La carne, de Rosa Montero

234 páginas

Editorial Alfaguara

«Al final todo acaba por desembocar en el amor. Y en el daño.»

Una noche de ópera, Soledad contrata a un gigoló para que la acompañe a la función y así poder dar celos a un examante. Pero un suceso violento e imprevisto lo complica todo y marca el inicio de una relación inquietante, volcánica y tal vez peligrosa. Ella tiene sesenta años; el gigoló, treinta y dos.

Desde el humor, pero también desde la rabia y la desesperación de quien se rebela contra los estragos del tiempo, el relato de la vida de Soledad se entreteje con las historias de los escritores malditos de la exposición que está organizando para la Biblioteca Nacional.

La carne es una novela audaz y sorprendente, la más libre y personal de las que ha escrito Rosa Montero.

Tengo dos libros de Rosa Montero en casa: Instrucciones para salvar el mundo y Te trataré como a una reina; y como ocurre muchas veces, he leído por primera vez a esta autora por un libro que cogí hace un par de semanas en la biblioteca, La carne. Creo que el hecho de que la dieran el Premio Nacional de literatura este año ha hecho que no dudase en leer esta novela. 

Narrada en tercera persona pero desde el punto de vista de Soledad,  su protagonista, la novela nos trae un retrato intimista y cercano de una mujer que acaba de cumplir los sesenta años, ha roto con su último amante, mucho más joven que ella, y se tiene que afrontar a su vida tal y como es. Soledad tiene un pasado, lógicamente, y en el presente es una mujer independiente, muy valorada profesionalmente, culta, elegante, sofisticada, que se cuida muchísimo para seguir siendo deseable y a la que le gustan mucho los hombres más jóvenes que ella, pero también es caprichosa, insegura, e ingenua, incuso. Quizá todo esto que os digo sea algo simplista, pero tenéis que ser vosotros los que vayáis descubriendo su realidad a medida que vais adentrándoos en la lectura.

Mucho más sensual de lo que me esperaba, podría encajar la trama en narrativa con un toque de intriga que le aporta dinamismo y ligereza a su lectura. El título nos evoca a cómo dos personas se relacionan a través de sus cuerpos, de una manera u otra, y mucho más. Ese es el comienzo de todo, al menos para ella. Significativo es que a Soledad no le gusta la fealdad ni la vejez, y menos física, y eso rige muchas de las cosas que hace o las decisiones que toma.

A todo esto se unen unas más que interesantes referencias reales a varios escritores a lo largo de la novela y sus trágicas vidas, todo alrededor de una exposición que la protagonista está organizando Escritores malditos. Ella nos va contando cómo se torcieron sus vidas, en qué momento. Con todas estas pequeñas historias reales nos vamos acercando más a Soledad y a su mundo interior, y a su pasado, que va cobrando más importancia cada vez.

Me ha gustado el estilo directo de la autora, llamando a las cosas por su nombre y no enredándose en complicados términos a la hora de contarnos lo que piensa, recuerda o hace Soledad; pero lo que más me ha gustado es cómo consigue guiarnos por donde quiere hasta llevarnos hasta el sitio al que nos quería llevar. Esto puede parecer algo obvio pero no lo es en absoluto. He tenido la sensación de que Soledad me estaba contando todo lo que ocurrió, sincerándose pero poco a poco, y me sentido cercana a esta mujer que está en un momento determinado de su vida que le obliga a plantearse cosas. 

No sé si el tema principal es el amor o el paso del tiempo o la necesidad de buscar algo o lo que hemos hecho en nuestra vida o cómo nos ven los demás y cómo nos vemos nosotros; pero sí sé que La carne ha sido una buena lectura, dramática cuando toca, irónica si es necesario, real y con un giro en la trama muy interesante.

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