Rock, de Anyta Sunday

Un romance gay M/M entre dos hermanastros: Cooper y Jace. Una historia de amor a fuego lento que sigue la vida de sus protagonistas desde la adolescencia hasta los veintitantos y nos hace testigos de cómo su amistad se transforma en amor.

Ígneo
Cuando sus padres se divorcian, Cooper se ve inmerso en una custodia compartida en la que le tocará vivir una semana con su madre y otra con su padre.
Pero es que no es solo con su padre con quien tiene que vivir. Porque con él está Lila: la otra. La mujer que hizo que la roca sólida sobre la que se asentaba su vida se desmoronara.
Y, por si fuera poco…, también está Jace: el hijo de Lila. Un engreído con los ojos de un azul que recuerda a escamas de pez recién vomitadas.
Lo único que quiere Cooper es que su familia vuelva a ser lo que era, pero algo en ese niño le dice que las cosas nunca volverán a ser como antes.
Sedimentario
Cooper se sigue resistiendo a aceptar la realidad de su nueva vida y su primer contacto con Jace es más bien rocoso; pero, una vez superado ese complicado inicio, los cientos de recuerdos compartidos hacen que se vaya creando algo nuevo entre ellos, una sólida… amistad.
Porque amistad es lo único que pueden tener. A pesar de no ser hermanos de verdad. De hecho, técnicamente, ni siquiera son hermanastros.
Metamórfico
¿Cómo evolucionará esa amistad ante las presiones de la vida?
¿Y qué pasa con las presiones del corazón?

Ya os he contado otras veces que Anyta Sunday es una autora que sabe cómo tocarte la fibra a la vez que construye unas historias maravillosas, humanas, fáciles, directas, normalizadas y muy recomendables. Esto hace que la elección de una de sus historias sea muy sencilla: simplemente, dices que sí, y te pones con ella. ¿Cuándo sería el momento adecuado? Cualquiera sirve, realmente, aunque es una historia perfecta para crisis lectoras.

Puedes leer la sinopsis si quieres saber de qué va Rock, o puedes hacer como yo, no leerla y abrir sus páginas sin saber qué es lo que vas a encontrar. 

En un tono diferente a los que antes había leído de Anyta, y en cierta manera siendo un new adult condicionado por la edad de los protagonistas, volvemos a Nueva Zelanda, lugar donde Anyta sitúa sus historias. A partir de aquí, acompañaremos a Cooper en ese momento complicado en el que se encuentra, ya que tiene que afrontar no solo la separación de sus padres sino que su padre tenga otra familia. Esto forma parte de la realidad de miles de chicos.

Jace y su madre irrumpirán en la vida de Cooper y su hermana, y, como ocurre en la vida, el contacto, los instantes y la realidad se irán imponiendo, creándose una conexión muy especial entre ellos.

Es algo que llevamos meses haciendo. Hemos perfeccionado el arte de pretender leer cuando en realidad nos estamos mirando de reojo. Es como nuestro juego: mirarnos el uno al otro sin ser descubiertos.

Me ha resultado una manera muy sencilla de ir trazando toda la historia, dejándonos sentir a Cooper y a Jace, siendo maravillosa justo por esa naturalidad con lo que todo se desarrolla. Increíble cómo la autora consigue ese efecto. Por mucho que ocurra, el drama no está dramatizado (¿entendéis qué quiero decir?); ocurren cosas que le aportan un toque vital a la historia pero sin estar excedido o exagerado para aumentar el tono de la trama. Eso sí, tenemos el dolor que nos puede dar la vida a la vez que permite sentir esas mariposas, que tanto me gustan, en el estómago, cuando están juntos, cuando se convierten en hermanos, en amigos y en imprescindibles. 

Perdóname.
Te echaré de menos.
Sé fuerte.
Siento que no sea un ópalo.

Rock es Cooper; pero Rock también es Jace, y Rock también son ellos. Para Cooper, la manera de entender el mundo es a través de sus piedras, de hecho así se estructura esta historia, con piedras, con rocas, con minerales; en ellas está la fuerza de un niño solitario, el anhelo de un joven y el amor de un hombre.

Quiero un ónice. Y no para liberar la pena que siento, la tristeza.
Sino para hacerme invisible.
Para ser un fantasma a su lado.

Es una historia tierna, bonita, aunque me ha hecho sentir algo cotilla por haber estado alrededor de ellos en esos momentos íntimos, que les pertenece solo a ellos. Me ha gustado que muestre que la vida es la vida, y que las cosas no son como creemos que deberían ser, pero que eso no significa que lo que viene sea peor que lo que hemos dejado. Hay muchos tipos de familia y lo importante es estar con gente que te aporte, te llene y te complete.

—Creo que sé lo que es —mascullo, casi a las puertas de la inconsciencia.
—¿Qué es qué?
—Todos queremos ser un diez en la escala de Mohs. Pero no lo somos. Por eso me gustan tanto los diamantes.
Y la idea de que no me hagan daño.

Os va a parecer una tontería, pero estoy escribiendo esto y tengo ganas de volver a leer esta historia, y así dar vida de nuevo a Cooper y a Jace; para volver a oír el piano; para volver a sentir el miedo a lo desconocido; para volver a escaparme con ellos al bosque... Lo dicho, una historia maravillosa que os recomiendo leer.

—Ven aquí —dice, y se pone de pie, levantándome con él.
—¿Qué? —le pregunto.
Aprieta la mano en un puño y me la tiende, colocándola sobre mi palma.
—Yo seré tu roca. ¿Crees que por hoy podría servirte?

 

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Comentarios

  1. Pues no me llamaba mucho pero al final has logrado tentarme.
    Besotes!!!

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  2. Me ha encantado lo que cuentas y cómo lo cuentas. Tomo nota de esta novela a cuya autora no conocía. Me gustan las historias que cuentan la vida y esta además, por las citas que resaltas, tiene pinta de ser muy poética,
    Por si fuera poco, como profesora de Biología y Geología, lo de las piedras me atrae mucho.
    Un beso.

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  3. Ay Carmen con todos los libros que he ido pillando de esta autora por el amazon, aún no me puesto al día con ella, a ver si empiezo la serie, y luego iré a por este, buen post guapa

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