Palabreando con José Luis Fernández Juan y El diccionario de JLFJ


Difícil es, en cierta medida, hablaros de un libro tan especial, en el que el único valor que atesora, no por ello inferior, es el de las palabras, o el uso que podríamos darles, partiendo de su fonética y su composición de letras. Vamos, que El diccionario de JLFJ es un diccionario, sin duda; pero un diccionario muy personal, de ahí que sea el suyo, el de él, el de JLFJ, y somos unos privilegiados porque ha decidido compartirlo con nosotros.

Leí Pinceladas de Harmonía el año pasado. Un libro extraño, diferencial, especial, donde sí teníamos personajes, y un pueblo, y sus sueños, y, sobre todo, sus palabras. El diccionario de JLFJ, para mí, completa a Harmonía porque te la recuerda. A través de cada uno de los términos incluidos evocas las mismas sensaciones que tenías cuando leíste Harmonía y te perdiste, y te reíste, con su manera de comprender el significado y uso de ciertas palabras. 

Como buen glosario, lo importante es no atragantarte con él; yo recomiendo el uso pausado y comedido de sus páginas. Quizá una letra cada día, dejándote llevar por ese mundo de simpatía y originalidad que tiene que ser el mundo de las palabras y de las letras. 

(del prólogo escrito por Fer Ortega)
Un artista del lenguaje en estado de gracia que juega con las palabras como si de un circo de pulgas se tratase, haciéndolas salpicar al capricho de su portentosa imaginación, obligándolas a transmutarse, a solaparse, y a multiplicarse, o a fraccionarse si la ocasión así lo exige, o a omitirse si se tercia, como se omite lo que sobra para dar más consistencia lo que se erige.

Poco más me atrevo a contaros de este libro tan especial, más allá de que sería un buen regalo para un amante de las palabras, de su significado, de su fonética y de su entorno; un regalo como algo distinto, curioso, divertido la mayor parte del tiempo y muy muy ingenioso.

He estado «charlando» con el autor, y aquí os dejo sus respuesta. Basta decir que, si bien algunas preguntas son mías, otras vienen de la mano del propio entrevistado, mucho más versado que yo en esto de jugar con el lenguaje y su significado, para estrujar nuestra comprensión lectora al máximo.

¿De dónde nace la necesidad de un diccionario tan peculiar y diferente? ¿qué buscas con este libro? 

La necesidad nace del deseo de ofrecer al público un excitante libro a base de sonidos articulados que exteriorizan una idea y se representan gráficamente.

Un ficcionario puede avivar tanto como una puesta de sol, una funda nórdica de Sudáfrica, un cojín erizo de bambú liso, un organizador de bastoncillos para la tercera edad, un salvaorejas para mascarillas de baratijas, un felpudo con pudor de felpa, un soporte para la tablet con puntero para la cocina, una bolsa de agua caliente con funda en forma de pez pacu o un puf de fibra natural que denote la lógica molestia provocada por algo nauseabundo.

Científicamente está demostrado que El diccionario de JLFJ alienta, desencadena o acelera alguna sensación, arrebato o dinamismo en tiempos de crisis de futuridad.

Con este libro busco un viaje figurativo de alegoría didáctica. El cigüeñal informativo de este ficcionario aprueba un entretenimiento luminoso que nunca queda suspendido en la sombra.

¿A quién va dirigido, a locos por las palabras o a curiosos lingüísticos? 

Las palabras van dirigidas a cualquier loco curioso que tenga inquietudes lingüísticas y ganas de reír. El humor verbal es un trazo que define perfectamente nuestra pulquérrima naturaleza.

Algunas palabras pueden provocar una risa leve: Verthebrar, Payeso, Bújilo, Episal, Busmarino, Destrenza, Cabecedario, Visonario, Idrealista, Carisucedido, Estupido, Pataraña…

Otras son susceptibles de desencadenar una carcajada estentórea: Enzorrona, Taxitivo, Berbiquini, Muugroso, Dibrujo, Hippyar, Amanzanante, Enigmítico, Aviejorro, Daniño, Peregringo…

Y entre la risa leve y la carcajada estentórea existen otras que varían el efecto a conseguir oscilando por diferentes niveles: Tribanal, Psolución, Manitufestación, Lenjuague, Inflantil, Germaño, Farmaciática, Conéctar, Tripulular…

No obstante, hay que reconocer que existen palabras que provocan la más absoluta indiferencia: Desinterés, Apatía, Tibieza, Desgana, Insensibilidad, Impasibilidad, Indolencia. Esta camarilla, obviamente, no está invitada a insertarse en el diccionario. 

Habrá vocablos que pasarán al imaginario popular y tendrán vida propia como el cangrejo yeti o el chauliodus. Sin embargo, otros se quedarán en el limbo como la cuaga o el dodo.

La gracia de las palabras la otorga el lector. Este ha dejado de ser el cliente último para pasar a involucrarse emocionalmente en el proceso de creatividad. Solo él decide. El entorno social resultará determinante para que la voz tenga éxito o no. 

El diccionario de JLFJ es un antídoto para vencer la hostilidad del día a día. Cada mañana hay que tragar, como mínimo, un comprimido en forma de palabra. Cada palabra ya trae su porción de agua para ayudar a la ingesta porque el humor que lleva es un líquido. La dirección es global. Igual tiene efecto con un ingeniero de telemática que con un consultor de sostenibilidad, pasando por un experto en ciberseguridad

¿Cuánto tiempo te costó terminar este glosario?

Midiéndolo por estaciones, un verano. De todas formas, el tiempo es un concepto que existe independiente de la conciencia. La mente lo capta intuitivamente. Sin embargo, no deja de ser un fenómeno ondulatorio. Los tiempos son distintos en cada sistema.

Cada escritor tiene su tiempo, condicionado por el espacio en que se mueve. Dependerá del observador y de capacidad de sentir despacio. Aunque el tiempo no es una magnitud real, hace tiempo que pienso que hay que darle tiempo al tiempo.

Por cierto, ¿tu letra favorita, si es que la tienes?

La letra mayúscula la prefiero a la minúscula. Tamaña predilección viene condicionada por mi evidente presbicia. Intento no confundir amapolas con libélulas.

Por añadidura, también entran en mi parterre de favoritismos las consonantes, pero nunca solas y siempre unidas a las vocales. Unidas a la fuerza. La fuerza que las mantiene unidas es más fuerte que la que mantiene unidas a neutrones y protones. Juntas tienen más fuerza que esparcidas o emancipadas.

Asimismo, me seducen las letras de canciones que con la sinceridad del pálpito agitan mi interior más hondo como Que el tiempo no te cambie-Tequila, Beibi offset-Trastos, Soy minero-Los Nikis, Here, there and everywhere-The Beatles, Ojos en el sol- Jeanette, América-Nino Bravo, Calle melancolía-Joaquín Sabina, Pero a tu lado-Los Secretos.


En El diccionario de JLFJ inventas palabras con facilidad. Al margen de las palabras, ¿qué te gustaría inventar? 

Martillos de vidrio, cuadrados en forma de triángulos de Roger Penrose, papel de lija texturizado 200% algodón, matamoscas clementes y teclados de ordenador que se instalen en la duda y no pongan los puntos sobre las íes.

En tu ficcionario también descubres otros significados en palabras que ya existen. Aparte de significados nuevos, ¿qué te gustaría descubrir? 

Peces mancha impolutos de tos, un concierto filmado de Tequila (con su formación original), aguas salinas con geometrías abstractas, lana verde de una oveja fucsia, topos de nariz estrellada en un cielo de diamantes…

¿Escribes tus obras con prisas por exigencias de la editorial o puedes hacerlo reposadamente?

Las urgencias son una forma amable de codificar la crisis y la inconformidad en la que vivimos. Me gusta disfrutar del proceso creativo con una supervisión lenta y exhaustiva. La innovación siempre acaba teniendo su punto de encuentro en la visualidad que se adueña de la nombradía.

Mi reposo es activo. De esta manera oxigeno mi cuerpo, mejoro la circulación de la sangre, recupero el estado natural de mis articulaciones y favorezco mi descanso nocturno.

¿Renunciarías a tu estilo propio por presiones comerciales de la editorial?

No. Yo no me vendo por un plato de lentejas. Si acaso, me podría vender por raviolis de trufa con vieira, casquinha de siri, salsa bullabesa con salsa rouille, pularda rellena de setas a la lima, bombas de patata con alioli de ajo negro o por lomo de bacalao al pilpil de cebollinos acompañado con perlas de mango. Podría, pero tampoco lo haría.


Si habéis llegado hasta aquí, supongo que habéis entendido esa necesidad que muestra el autor de hacer de cada palabra un guiño. La diversión que produce una lectura así viene al encontrar el sentido a ese significado gracioso y divertido, o a ese giro que le da a una palabra, por ella misma o por cambiar simplemente una letra por otra. Sientes como si el autor estuviera riéndose de ti para, luego darte cuenta de que no es así, al contrario, él se ríe contigo, disfruta contigo. Es un pequeño acertijo que te propone para que tú veas en un segundo dónde está el juego de las letras

Me gusta la comunión con un escritor que ha plasmado un diccionario muy especial y con el que tú debes, simplemente, disfrutar. Y si consigue que te rías, mejor que mejor. 

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