Las confesiones del señor Harrison, de Elizabeth Gaskell
Colección: Alba Clásica
Número colección: CXLIV
Traducción: Catalina Martínez Muñoz
ISBN: 97884-90654187
Páginas: 152
Al terminar su formación en un hospital de Londres, el joven señor Harrison acepta un puesto de ayudante de médico rural en la pequeña ciudad −«yo lo llamaría pueblo»− de Duncombe. «Le parecerá a usted un dato estadístico curioso –le dice su mentor al llegar−, pero cinco de cada seis cabezas de familia de cierto rango en Duncombe son mujeres. Tenemos un gran número de viudas y solteronas ricas. A decir verdad, querido señor, creo que usted y yo somos casi los únicos caballeros.» Y, aunque el recién llegado se fija inmediatamente en Sophy, la hija del párroco, no tardará en convertirse en el centro de una equívoca red de expectativas y decepciones que pondrá a prueba su paciencia… y también su vanidad. Las confesiones del señor Harrison (1851) prefigura claramente Cranford: en su ambiente, en su humor delicado, en su retrato de las pequeñas peripecias que cambian o prolongan el modo de vida de una comunidad apartada y aparentemente tranquila, se percibe ya el interés de Elizabeth Gaskell por trazar, a su manera, una «historia de la vida doméstica en Inglaterra», como había sido intención, aunque nunca llegara a escribirla, del poeta romántico Robert Southey. Del interés de la autora por este plan da fe el artículo «La Inglaterra de la última generación», un divertido compendio de anécdotas de la vida de Knutsford, la pequeña ciudad en que pasó la mayor parte de su infancia y adolescencia, publicado en 1849 y que incluimos como apéndice en este volumen.
Mi querida Sherezade… [La llamo así, señora Gaskell,] porque tengo la seguridad de que sus poderes narrativos son incapaces de agotarse en una sola noche, seguro que duran al menos mil y una. Charles Dickens
Intuyo que este va a ser mi año de los clásicos, influida, todo hay que decirlo, por esos retos tan apetecibles en los que participo. Conocí a Elizabeth Gaskell por Norte y Sur; de hecho, primero fue la serie de televisión y luego vino el libro, que a estas alturas se merece una relectura. Acuciada por mi búsqueda de un clásico de menos de 200 páginas para el Reto Netherfield, y aprovechando que muchos están gratis en mi suscripción a Amazon Prime, me pareció que esta novela corta sería perfecta, y lo ha sido. No es una novela con una historia épica ni compleja ni tampoco me ha llevado a lugares lejanos y exóticos; precisamente, por todo lo que es, ha sido una lectura increíble, con un magnífico manejo del texto por parte de la autora para dibujar esa sociedad rural inglesa cotilla, inocente, familiar, aburrida, divertida, lianta, formal... no sé, muchas cosas me han transmitido estas confesiones del señor Harrison y ese pueblo de Duncombe.
El fuego ardía alegremente. Mi mujer acababa de subir a acostar al bebé. Charles estaba sentado delante de mí, bronceado y muy atractivo. Era agradable saber que íbamos a pasar varias semanas juntos, bajo el mismo techo, cosa que no habíamos hecho desde que éramos unos críos.
Como os digo, es un libro muy cortito, de no más de 150 páginas, en el que leeremos cómo el doctor Harrison le cuenta a un amigo cómo conoció a su mujer. Se lo cuenta de una manera directa, muy cercana, notándose que son amigos de esos que se confiesan verdades, mientras le va explicando qué ocurrió al convertirse en médico rural de un pueblo. Si ya esta forma de narrarnos la historia me sorprendió, ese humor velado y ese contraste ambiental con una novela como Norte y Sur, en la que se habla de ese norte industrial y gris, lleno de humo y de convicciones firmes y severas, frente a la vida en un pueblo, soleado, tranquilo y pequeño, me acabó de convencer. Creo que la siguiente novela de Elizabeth Gaskell que debo leer es Cranford (si seguís leyendo sabréis por qué lo digo). Me declaro fan de esa mujer y quiero saber más.
Pocas veces he leído un libro escrito en el siglo XIX, de corte costumbrista e intimista, y más bien cotidiano, protagonizado y narrado por un hombre. Curiosamente, cada capítulo, y siempre a través de las palabras del señor Harrison, te va acercando más a la realidad de esa burguesía rural, al cómo vivían, sus invitaciones, su formalismo, su educación, lo que se debería hacer y lo que no, y todo desde una visión sencilla, divertida y natural, sin complicar la historia.
He notado que la gente le coge cariño al estilo que estaba de moda cuando eran beaux y belles y recibían la máxima admiración. No aceptan que han perdido la juventud y la belleza, y consideran que la moda dominante no les favorece.
Ha sido muy fácil de leer, poco descriptivo y muy cercano. No sé si es más por la traducción, que acomoda la lectura a nuestro tiempo, o porque el texto ya era así, buscando un lector menos "enrevesado" y buscando, asimismo, reflejar lo que un joven casadero le contaría a un amigo, junto a una copa de brandy, o una taza de té, según se mire, y un buen fuego.
...como toda la gente sorda que he conocido, le gustaba mucho hablar, quizá porque cuando hablaba ella no tenía duda sobre el tema de la conversación, que se le escapaba si era otro el que hablaba primero.
Como una buena conversación entre amigos, a veces se dan por sabidos temas que el lector desconoce, lo que favorece la fluidez y la naturalidad del texto, que al ser escrito casi se acerca más a una carta del protagonista hablando con su amigo que a la conversación que simula, ya que no hay respuesta; si no fuera por esa conversación inicial entre ellos, únicamente escucharíamos a nuestro apreciado señor Harrison. Por cierto, visto en perspectiva, me da un miedo horrible la medicina que se practicaba a mediados del siglo XIX.
Cuando leo un libro "viejo" contemporáneo a la época en la que fue escrito, no puedo evitar preguntarme cómo lo recibieron los lectores de entonces; para mí uno de los valores esenciales de estos libros es el hecho de que me muestran la vida, el día a día, además de que me permiten disfrutar de la trama que la autora ha querido contarme.
Me dejaron solo en aquella sala de estar. Era tan hogareña que capté de golpe todo el encanto de esa expresión.
Ya sabéis que es una novela corta, solo me falta deciros que nos trae un enredo generado en torno a un joven (nuestro amigo Harrison) que, por querer ser cumplidor con el viejo médico del pueblo, su mentor, y no defraudar todo lo que se espera de él, acaba metido en algún malentendido que trastoca su vida y que le puede llevar por caminos que no desea, y eso que él tiene muy claros sus objetivos y deseos.
Hay muchas cosas que me llaman la atención de este joven personaje, como su sensibilidad para expresarse, o esa forma en la que evoca la modernidad dentro de este período, pero una modernidad modesta y algo callada, con métodos nuevos, modernos, atrevidos; además es un lector inteligente, instruido, que lee tratados de medicina y cirugía que se consideran modernos o experimentales, y también lee ficción, nombrando a Dickens, Jane Austen y otro tipo de lecturas que no se solían considerar para eruditos. Su mujer está presente en el principio sin estarlo, a través de sus palabras, y está presente después en el texto sin que nosotros, los lectores, y al final receptores de "sus confesiones", sepamos quién es.
...me regaló un cráneo para que lo pusiera en la librería, donde coloqué los libros de medicina en los anaqueles más visibles, mientras que los de la señorita Austen, Dickens y Thackeray se ocupó de disponerlos el señor Morgan con estudiado descuido, boca abajo o con el dorso contra la pared.
Se me ha olvidado deciros que esta historia fue publicada por fascículos a mediados del siglo XIX y se considera la precursora de Cranford; de hecho, he leído que es el primero de los tres libros que entran dentro de las llamadas Crónicas de Cranford, pero como nunca se sabe si lo que lees en Internet es correcto o no, lo pongo cogido con pinzas por si acaso me equivoco.
No se hablaba de otra cosa en la ciudad. En eso reside el encanto de una ciudad pequeña, en que todo el mundo comparte los mismo acontecimientos.
Bueno, por no extenderme más, os lo recomiendo tanto para acercaros a Elizabeth Gaskell, para descubrir más sobre la vida en la sociedad inglesa rural de la primera mitad del siglo XIX o para disfrutar de una historia costumbrista, sentimental, divertida, inocente, doméstica y muy entretenida. Ah, esta edición, como bien nos indica la editorial en la sinopsis, contiene un artículo «La Inglaterra de la última generación», que merece la pena, y mucho, leer.
El fuego ardía alegremente. Mi mujer acababa de subir a acostar al bebé. Charles estaba sentado delante de mí, bronceado y muy atractivo. Era agradable saber que íbamos a pasar varias semanas juntos, bajo el mismo techo, cosa que no habíamos hecho desde que éramos unos críos.
He notado que la gente le coge cariño al estilo que estaba de moda cuando eran beaux y belles y recibían la máxima admiración. No aceptan que han perdido la juventud y la belleza, y consideran que la moda dominante no les favorece.
...como toda la gente sorda que he conocido, le gustaba mucho hablar, quizá porque cuando hablaba ella no tenía duda sobre el tema de la conversación, que se le escapaba si era otro el que hablaba primero.
Me dejaron solo en aquella sala de estar. Era tan hogareña que capté de golpe todo el encanto de esa expresión.
...me regaló un cráneo para que lo pusiera en la librería, donde coloqué los libros de medicina en los anaqueles más visibles, mientras que los de la señorita Austen, Dickens y Thackeray se ocupó de disponerlos el señor Morgan con estudiado descuido, boca abajo o con el dorso contra la pared.
No se hablaba de otra cosa en la ciudad. En eso reside el encanto de una ciudad pequeña, en que todo el mundo comparte los mismo acontecimientos.
J-o, se me acaba de ir el comentario. No lo había publicado y me despisté con el mapa de España del hastag #Leemos España.
ResponderEliminarTe decía que me gusta todo lo que destacas de esta novela del XIX: puesta en boca de hombre, algo no muy habitual en ellas, y sobre todo el estilo coloquial y distendido que señalas, me atrae hacia ella.
¿La leeré? Pues por ahora no lo sé, sólo sé que Elizabeth Gaskell está en la lista de mis eternas pendientes: A ver si por fin un día cae.
Un beso
>Hola,
ResponderEliminarLeí el vcerano pasado Norte y sur, y me gustó, más de lo que me esperaba porque con los clásicos soy muy particular, algunos me encantan y enamoran y los leo varias veces y otras me desinflan muchísimo y me aburren
Este pinta muy bien, así que con esa nota, quien no se anima a apuntarlo?
Un besote
¡Holaaaaa! Este año tengo muchas novelas de Gaskell pendientes y si esta es antecesora a Cranford, quizás es una buena idea leerla antes de meterme con Cranford ¿No? Así que tomo nota. Un saludo!
ResponderEliminar¡Por fin puedo pasarme por aquí! Lo dicho, me alegro muchísimo de que te haya gustado. Gaskell escribía muy bien pero sin florituras, por eso su prosa resulta tan cercana. Donde ella realmente se lucía era con los personajes y en la descripción de la sociedad donde los ubicaba, ya fuese en la ciudad o en el campo. A mí esta mujer me encanta, ya lo sabes.
ResponderEliminarY sí, sobre "Las crónicas de Cranford", el orden es "Las confesiones del señor Harrison", "Cranford" y "Lady Ludlow". Yo tengo un volumen que incorpora los tres, pero está descatalogado hace años. "Cranford" se puede encontrar fácilmente, y "Lady Ludlow" creo que solo está en una edición de hace años de una editorial ya desaparecida, Imágica.
¡Besote!
NO he leído nada de la autora pero tengo desde hace poco un librito con dos historias cortas. A ver qué tal
ResponderEliminarBesos
Me gusta mucho la novela costumbrista inglesa y no conocía a Elizabeth Gaskell.
ResponderEliminarTu reseña la hace muy apetecible. Anotada para el reto Netherfield.
No conocía tu blog, te invito a darte una vuelta por el mio (soy muy novata). Saludos.
https://lasenyoretabuncle.blogspot.com/