Juventud sin Dios, de Ödön von Horváth
Tamaño: 14 x 22 cm.
Encuadernación: Rústica
Páginas: 224
ISBN: 9788417281380
Al igual que hizo Michael Haneke muchos años después en La cinta blanca, Ödön von Horváth narra en Juventud sin Dios los orígenes del nacionalsocialismo. Nos muestra cómo la semilla del mal ya estaba presente en los jóvenes y en su educación. El narrador de Juventud sin Dios es un joven profesor a quien el director del colegio le pide que no corrija a un alumno que afirma que los negros son infrahumanos, y le recuerda, además, que su obligación es «educar para la guerra». Los valores patrióticos se inculcan en una especie de campamento paramilitar en el que se producirá un crimen misterioso. Horváth escribió esta obra en el verano de 1937, exiliado en Henndorf, en las proximidades de Salzburgo, y se publicó ese mismo año. La novela alcanzó rápidamente una gran popularidad, incluso en el extranjero. Fue traducida a diez idiomas en los dos años siguientes. Las referencias a la realidad del nazismo son el elemento central en una obra en la que el autor describe una curiosa mezcla de la Alemania nazi con la Austria prefascista.
No pude resistirme a comprar esta pequeña gran novela cuando fue Kindle Flash; la posibilidad de conocer de cerca esa Alemania de los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial resultaba muy atractiva, como prueba de que la educación es la base de todo, siendo muy fácil manipular, moldear, engañar, a los niños, y a los no tan niños.
La suerte siempre puede necesitarse, me imagino, y sano también estás, gracias a Dios. Toco madera. Pero ¿feliz? No, feliz en realidad no soy. Pero, al fin y al cabo, nadie lo es.
Concebida como el diario personal de un profesor de 35 años en la Alemania del año 33 (publicada en 1937), el texto es un ejercicio de reflexión y de crítica hacia uno mismo y hacia la cobardía personal, por dejarse llevar por la corriente debido a las circunstancias y a su debilidad de carácter. A través de capítulos muy cortos, presentados a modo casi de actos, y precedidos por un título que lleva la fuerza de lo que contiene, el narrador coloca a sus alumnos casi como anticristos, sin darles tregua (de hecho, no los humaniza ya que no les llama por sus nombres sino por sus iniciales, algo que le coloca a él, y al lector, a una distancia prudencial de cada uno de los personajes que aparecen en la novela), y a él mismo como un ser cobarde, débil y pusilánime. Eso sí, a medida que avancemos en la lectura, seremos testigo de un cambio, quizá queriendo dar a entender al lector que siempre se puede hacer algo, aunque nos parezca muy lejano. Aquí tendríamos un enfrentamiento entre la mentira (lo fácil) y la verdad (lo complicado).
Escribes -dije- que nosotros, los blancos, desde el punto de vista de la cultura y la civilización, estamos por encima de los negros, y eso podría ser cierto. Pero lo que no puedes escribir es que no depende de los negros que puedan vivir o no. Los negros también son seres humanos.
Juventud sin Dios me ha parecido un libro desconcertante; supongo que el idioma, el lenguaje y la época en la que se escribió, afectan a aumentar dicha incertidumbre. Además, el narrador juega con lo que no dice, siendo esa doble lectura de las palabras muy importante porque convierte al lector en una parte muy activa. Hay párrafos que parecen simples pero no lo son, siendo esto la fuerza de esta narración.
Tenemos que mantener alejado de los jóvenes todo aquello que pudiera perjudicar sus futuras cualidades militares..., es decir, tenemos que educarlos moralmente para la guerra. ¡Punto!
Es fácil intuir que el narrador, que es el protagonista, no es un héroe, y tampoco un anti-héroe; simplemente, es el más común de los personajes: a veces sincero, a veces no, a veces cobarde, a veces no, que sin duda va creciendo a medida que avanzamos en la lectura, consiguiendo eclipsar hasta la trama que él mismo protagoniza.
Una de las cosas que quiero destacar es que está escrito en presente, de tal manera que el narrador obvia el tener que analizar lo que cuenta, y al escribirlo así nos lo suelta sin filtro. Se manifiesta todo sin ser analizado; es algo más puro, más inmediato, más sincero y, asimismo, más preocupante.
Lo justo es lo que le viene bien a los nuestros, dice la radio. Lo que no nos viene bien es injusto. O sea, que todo está permitido: asesinato, robo, incendio, perjurio..., sí, ¡no solo está permitido, sino que no existe delito alguno si se comete en interés de los nuestros! ¿Esto qué es?El punto de vista del delincuente.
Está lleno de referencias filosóficas y literarias, las que te obligan a estar muy pendiente para no perder el tono o el significado que el autor quería darle. Es fácil tomar gran parte de lo que te está contando como un simil, como una metáfora de lo que era la sociedad allí, de la manipulación a partir de la educación, que es algo universal, de cómo se inculcan ciertas ideas y cómo se destierran otras, de cómo se desprende la parte humana del ser, convenciéndoles de qué es lo correcto y qué no. No llega a ser desagradable, pero sí asusta.
También hay referencias a la Biblia, sobre todo al Antiguo Testamento. Dios, el carácter de Dios, la ausencia de Dios o casi Dios materializado, está presente en casi todo lo que ve el protagonista.
-Sí, los ricos siempre vencerán porque son los más brutales, los más infames y los menos escrupulosos. Está ya en las Escrituras que pasará un camello por el ojo de una aguja mucho antes de lo que entrará un rico en el cielo.-¿Y la Iglesia? ¿Pasará por el ojo de la aguja?-No -dice volviendo a sonreír-, eso sería prácticamente imposible. Pues la Iglesia es el ojo de la aguja.
Me ha desconcertado porque me perdía en lo que me decía, o en lo que quería decirme a veces; porque se hablaba a sí mismo; por ese Dios que está presente y que es tan vengativo, malvado, incluso, oscuro. Además, es increíble leer cómo alguien ha construido esta historia de ficción, con esa base, en el año 33 (quedan seis años para la II Guerra Mundial), con un Hitler presente, con su política, con su militarización de todo; es una novela donde ese caldo de cultivo existente en la sociedad alemana, con su propaganda, su miedo, con la eliminación del carácter del ser, no está influido por lo que pasa después, así que, aun siendo inventado, es tan real que asusta.
Por las calles desfilaban las chicas, que buscan al piloto desaparecido, los chicos, que dejan morir a todos los negros, y los padres, que se creen las mentiras escritas en las pancartas. Y los que no las creen también desfilan. Divisiones de individuos sin carácter a las órdenes de idiotas. Marcando el mismo paso.
Creo que hay desesperación en sus letras, también desubicación, añoranza por algo, con su rápida investigación y su resolución; presenta una situación límite con gente que intenta luchar contra ella y gente que no. Con un dios presente por un protagonista que pasa de no creer a creer, aunque sea en un dios cruel, y para quien la verdad marca su camino, por muy malo, o no, que nos parezca.
De este modo, celebran los imbéciles y los mentirosos el día en que nació el plebeyo supremo.
Juventud sin Dios es un texto premonitorio o demasiado realista; es alguien que escribe esa situación agobiante sin saber qué es lo que iba a ocurrir unos años más tarde. Quien lo lea ahora se implica de una manera distinta a quien lo leyó entonces. Es muy directo, incluso sencillo, y muestra una juventud sin empatía, y unos pensamientos que ahora nos pueden parecer determinantes para lo que vino después. Sin embargo, hay pequeñas luces en ese texto tan gris. Que coloque esos pensamientos, y esa maldad, en unos niños de catorce años no es algo hecho al azar, sino que les da cualidades de adulto a niños, transmitiendo, en cierta manera, el peligro que hay en esa educación, tanto en el colegio, dirigido por el Gobierno, como en casa.
Reflexiono. Hoy creo en Dios, pero no creo en que los blancos hagan felices a los negros, porque les llevan a Dios como un negocio sucio.
Me ha fascinado por todo lo implica y las sensaciones que provoca; no tanto por la historia en sí sino por la forma en la que está construida esta historia. Luego, paralelo a esto, la historia del mismo escritor, por lo breve y, sobre todo, por lo curioso de su muerte.
El intelectual austríaco de origen húngaro Ödön von Horváth es considerado uno de los escritores en lengua alemana con una visión más lúcida de los acontecimientos políticos y sociales que llevaron a la sociedad alemana a la Segunda Guerra Mundial. Autores como Hermann Hesse, Thomas Mann, Joseph Roth y Peter Handke manifestaron admiración por su obra.
En 1931 fue galardonado, junto con Erik Reger, con el Premio Kleist. En 1933, con la llegada de Hitler al poder en Alemania, se mudó a Viena y en 1938 a París, donde murió al caerle encima la rama de un árbol durante una tormenta eléctrica en la Avenida de los Campos Elíseos.
La suerte siempre puede necesitarse, me imagino, y sano también estás, gracias a Dios. Toco madera. Pero ¿feliz? No, feliz en realidad no soy. Pero, al fin y al cabo, nadie lo es.Concebida como el diario personal de un profesor de 35 años en la Alemania del año 33 (publicada en 1937), el texto es un ejercicio de reflexión y de crítica hacia uno mismo y hacia la cobardía personal, por dejarse llevar por la corriente debido a las circunstancias y a su debilidad de carácter. A través de capítulos muy cortos, presentados a modo casi de actos, y precedidos por un título que lleva la fuerza de lo que contiene, el narrador coloca a sus alumnos casi como anticristos, sin darles tregua (de hecho, no los humaniza ya que no les llama por sus nombres sino por sus iniciales, algo que le coloca a él, y al lector, a una distancia prudencial de cada uno de los personajes que aparecen en la novela), y a él mismo como un ser cobarde, débil y pusilánime. Eso sí, a medida que avancemos en la lectura, seremos testigo de un cambio, quizá queriendo dar a entender al lector que siempre se puede hacer algo, aunque nos parezca muy lejano. Aquí tendríamos un enfrentamiento entre la mentira (lo fácil) y la verdad (lo complicado).
Escribes -dije- que nosotros, los blancos, desde el punto de vista de la cultura y la civilización, estamos por encima de los negros, y eso podría ser cierto. Pero lo que no puedes escribir es que no depende de los negros que puedan vivir o no. Los negros también son seres humanos.Juventud sin Dios me ha parecido un libro desconcertante; supongo que el idioma, el lenguaje y la época en la que se escribió, afectan a aumentar dicha incertidumbre. Además, el narrador juega con lo que no dice, siendo esa doble lectura de las palabras muy importante porque convierte al lector en una parte muy activa. Hay párrafos que parecen simples pero no lo son, siendo esto la fuerza de esta narración.
Tenemos que mantener alejado de los jóvenes todo aquello que pudiera perjudicar sus futuras cualidades militares..., es decir, tenemos que educarlos moralmente para la guerra. ¡Punto!Es fácil intuir que el narrador, que es el protagonista, no es un héroe, y tampoco un anti-héroe; simplemente, es el más común de los personajes: a veces sincero, a veces no, a veces cobarde, a veces no, que sin duda va creciendo a medida que avanzamos en la lectura, consiguiendo eclipsar hasta la trama que él mismo protagoniza.
Una de las cosas que quiero destacar es que está escrito en presente, de tal manera que el narrador obvia el tener que analizar lo que cuenta, y al escribirlo así nos lo suelta sin filtro. Se manifiesta todo sin ser analizado; es algo más puro, más inmediato, más sincero y, asimismo, más preocupante.
Lo justo es lo que le viene bien a los nuestros, dice la radio. Lo que no nos viene bien es injusto. O sea, que todo está permitido: asesinato, robo, incendio, perjurio..., sí, ¡no solo está permitido, sino que no existe delito alguno si se comete en interés de los nuestros! ¿Esto qué es?El punto de vista del delincuente.Está lleno de referencias filosóficas y literarias, las que te obligan a estar muy pendiente para no perder el tono o el significado que el autor quería darle. Es fácil tomar gran parte de lo que te está contando como un simil, como una metáfora de lo que era la sociedad allí, de la manipulación a partir de la educación, que es algo universal, de cómo se inculcan ciertas ideas y cómo se destierran otras, de cómo se desprende la parte humana del ser, convenciéndoles de qué es lo correcto y qué no. No llega a ser desagradable, pero sí asusta.
También hay referencias a la Biblia, sobre todo al Antiguo Testamento. Dios, el carácter de Dios, la ausencia de Dios o casi Dios materializado, está presente en casi todo lo que ve el protagonista.
-Sí, los ricos siempre vencerán porque son los más brutales, los más infames y los menos escrupulosos. Está ya en las Escrituras que pasará un camello por el ojo de una aguja mucho antes de lo que entrará un rico en el cielo.-¿Y la Iglesia? ¿Pasará por el ojo de la aguja?-No -dice volviendo a sonreír-, eso sería prácticamente imposible. Pues la Iglesia es el ojo de la aguja.Me ha desconcertado porque me perdía en lo que me decía, o en lo que quería decirme a veces; porque se hablaba a sí mismo; por ese Dios que está presente y que es tan vengativo, malvado, incluso, oscuro. Además, es increíble leer cómo alguien ha construido esta historia de ficción, con esa base, en el año 33 (quedan seis años para la II Guerra Mundial), con un Hitler presente, con su política, con su militarización de todo; es una novela donde ese caldo de cultivo existente en la sociedad alemana, con su propaganda, su miedo, con la eliminación del carácter del ser, no está influido por lo que pasa después, así que, aun siendo inventado, es tan real que asusta.
Por las calles desfilaban las chicas, que buscan al piloto desaparecido, los chicos, que dejan morir a todos los negros, y los padres, que se creen las mentiras escritas en las pancartas. Y los que no las creen también desfilan. Divisiones de individuos sin carácter a las órdenes de idiotas. Marcando el mismo paso.
De este modo, celebran los imbéciles y los mentirosos el día en que nació el plebeyo supremo.Juventud sin Dios es un texto premonitorio o demasiado realista; es alguien que escribe esa situación agobiante sin saber qué es lo que iba a ocurrir unos años más tarde. Quien lo lea ahora se implica de una manera distinta a quien lo leyó entonces. Es muy directo, incluso sencillo, y muestra una juventud sin empatía, y unos pensamientos que ahora nos pueden parecer determinantes para lo que vino después. Sin embargo, hay pequeñas luces en ese texto tan gris. Que coloque esos pensamientos, y esa maldad, en unos niños de catorce años no es algo hecho al azar, sino que les da cualidades de adulto a niños, transmitiendo, en cierta manera, el peligro que hay en esa educación, tanto en el colegio, dirigido por el Gobierno, como en casa.
Reflexiono. Hoy creo en Dios, pero no creo en que los blancos hagan felices a los negros, porque les llevan a Dios como un negocio sucio.Me ha fascinado por todo lo implica y las sensaciones que provoca; no tanto por la historia en sí sino por la forma en la que está construida esta historia. Luego, paralelo a esto, la historia del mismo escritor, por lo breve y, sobre todo, por lo curioso de su muerte.
El intelectual austríaco de origen húngaro Ödön von Horváth es considerado uno de los escritores en lengua alemana con una visión más lúcida de los acontecimientos políticos y sociales que llevaron a la sociedad alemana a la Segunda Guerra Mundial. Autores como Hermann Hesse, Thomas Mann, Joseph Roth y Peter Handke manifestaron admiración por su obra.
En 1931 fue galardonado, junto con Erik Reger, con el Premio Kleist. En 1933, con la llegada de Hitler al poder en Alemania, se mudó a Viena y en 1938 a París, donde murió al caerle encima la rama de un árbol durante una tormenta eléctrica en la Avenida de los Campos Elíseos.
En 1931 fue galardonado, junto con Erik Reger, con el Premio Kleist. En 1933, con la llegada de Hitler al poder en Alemania, se mudó a Viena y en 1938 a París, donde murió al caerle encima la rama de un árbol durante una tormenta eléctrica en la Avenida de los Campos Elíseos.
Me encanta el tema pero me ha desconcertado un poco el hecho de que esté en formato diario y no sea una novela en sí.
ResponderEliminarGracias
Yo creo que esa forma de construir la historia hace que el personaje sea más cercano, además de aportar mucha agilidad a la narración.
EliminarGracias por comentar.
Un abrazo
Por un lado me atrae lo que nos cuentas de este profesor, pero por otro me frena esas referencias que mencionas. Besos.
ResponderEliminarCreo que te gustaría.
EliminarUn abrazo
Hola.
ResponderEliminarEste libro lo voy a dejar pasar, no me llama mucho y ademas tengo demasiados pendientes y quiero centrarme en ellos. Gracias por la reseña.
Nos leemos.
Se lo comentaré a mi suegro por si le interesa, buen post guapa
ResponderEliminarPues me interesa muchísimo lo que cuentas, porque los alemanes miraron en su mayor parte hacia otro lado aunque no formasen parte activa de lo que ocurría, y leerlo desde el punto de vista presente de aquel momento, y sin que él llegara a saber en qué terminó todo, me parece muy, muy interesante.
ResponderEliminar¡Besote!
Es un tema interesante pero no es para mí, por la forma en que se cuenta la historia.
ResponderEliminarUn beso
La temática me gusta, pero no estoy segura que sea para mí por el tipo de narración.
ResponderEliminarUn beso 😉