El silencio más noble, de Susana López Pérez


Editorial: Click Ediciones
Temática: Novela contemporánea
Novela histórica | Guerra Civil 
Novela histórica | Siglo XX
Colección: Narrativa Contemporánea
Fecha de publicación: 10/09/2019 
ISBN: 9788408214212
535 páginas

«El silencio más noble» nos cuenta la historia de tres mujeres nacidas a principios del siglo XX: Lucía, una joven vasca de origen humilde; Elvira, una inmigrante burgalesa que se traslada a Bilbao para trabajar; y Renata, una bella italiana de padre gallego. Son mujeres normales, amas de casa, sencillas madres de familia que tienen en común el coraje para hacer frente a las adversidades. Sus destinos se cruzan a partir de un suceso violento ocurrido en 1937, en plena guerra civil. Desde entonces, y a su pesar, sus destinos se unen irremediablemente. 
Esta novela es el retrato de una época difícil, marcada por la guerra civil y sus consecuencias. Los bombardeos, el miedo, el envío de los niños al extranjero, la represión, las amistades rotas por las ideologías, la tuberculosis, el poder de los curas, la propaganda, el racionamiento, el estraperlo, el hambre, la solidaridad o los burdeles, son algunos de los temas que aparecen a lo largo de sus páginas. Con esta apasionante historia la autora ha querido rendir un homenaje a todas esas mujeres que durante aquellos años difíciles y desde la trinchera de sus propios hogares resultaron ser un motor clave de una sociedad arruinada. Sus nombres y sus biografías nunca aparecerán ni en los libros de historia ni en las enciclopedias.

Conocí, narrativamente hablando, a Susana López Pérez con su novela anterior, Khalil, una historia muy recomendable de una temática diferente a esta, que se ganó mi confianza en el saber hacer de la autora. No dudé en leer su siguiente novela.

Podría deciros que El silencio más noble es una novela más de la Guerra Civil, pero no estaría siendo muy justa con este libro, ya que la trama principal y, sobre todo, los personajes y su relación entre ellos, se merecen que os hable más, y mejor, de él.
Esa era la forma de Vizcaya, un triángulo formado por el hábitat rural, el desafiante mundo de la industria y la minería y el opaco espacio de los ricos y poderosos. No se traba de un triángulo equilátero desde ningún punto de vista. Una selecta minoría pertenecía a la clase pudiente, mientras la población trabajadora crecía a pasos agigantados. Paradójicamente, las ventajas de los primeros parecían infinitas. El resto, la gran mayoría, vivía constreñida en sus derechos y oportunidades.
A lo largo de sus algo más de quinientas páginas, la narración nos va llevando de un modo bastante fluido y cómodo por la vida de tres mujeres a las que un hecho puntual, y determinante, condiciona su camino y, por ende, el de su familiaSiendo el eje central ese hecho que las une, lo sepan ellas o no, la autora utiliza esto como excusa para contarnos cómo fue la vida de tres familias en época de guerra (antes de la guerra, durante la guerra y después de la guerra), y lo hace entrelazando recuerdos, momentos y pasado, así como pequeños personajes que están ahí y a los que les da su "minuto de gloria" dejándonos ver un retal de su vida, construyendo así un escenario muchísimo más veraz, cercano y real
La oscuridad no permitía captar el entorno, pero, a la luz de las escasas y pobres farolas que se desperdigaban por la barriada, Elvira, José Antonio y Rodiles pudieron darse cuenta de la miseria del lugar. Sus botas se llenaban de lodo a cada paso, y eso que el día había sido soleado; las casas que se alineaban a ambos lados de la calle ofrecían un aspecto lamentable; la intimidad parecía un bien olvidado. 
Es un texto que habla de pobreza, de inmigración, de búsqueda, de supervivencia, de vencidos, de vencedores; habla de los pueblos, de lo que se podía hacer o dejar de hacer, de los vecinos, de los amigos, del trabajo, de la mujer; y, sobre todo, habla de familia, de valor, de honor, de cobardía, de matrimonio, del deber; y pone voz a personas anónimas, en su mayoría mujeres, que intentaban vivir con dignidad y mirando hacia delante. Como en la vida, ocurren muchas cosas a lo largo de todo el libro, pero todo unido por ese hilo conectivo que la autora ha cosido a cada uno de los instantes que nos narra.
-Mira, Lucía, por mucho que aita se pase media vida en el batzoki, no creo que vaya a despreciar al pretendiente de su hijita porque sea maketo. Que una cosa es hablar de la patria y otra sacrificar la felicidad de los suyos en nombre de esa patria. Por encima de todo, a nuestro padre le puede su familia.

Como os he dicho antes, sin duda las protagonistas son esas tres mujeres: mujeres luchadoras, en algunos casos analfabetas y en otros de precaria educación, que vieron cómo las circunstancias y la guerra condicionaron toda su sencilla existencia; mujeres protectoras de su familia y de sus hijos, que toman decisiones a lo largo de esta historia; decisiones que afectan a otros.  Aunque en algún momento de la lectura me encontraba ante la situación de juzgarlas, esa sensación la perdía rápidamente, acompañándolas en su dolor, en su miedo y en su silencio.
Las familias humildes no podían permitirse criar niños débiles.
La debilidad del pobre era su certificado de defunción.
Aun teniendo en sí esta historia bastante atractivo por sí sola, con esa duda moral que planta en nosotros, destaca sobremanera esa ambientación maravillosa, costumbrista, cercana, veraz, diaria, íntima, en un pequeño pueblo del País Vasco. La realidad social y familiar está tan bien plasmada en el texto que casi parece a veces que son testimonios de otra época, pero con el atractivo de la ficción.
La verdad era que Lucía no había logrado digerir la marcha de su madre, a pesar de que en aquellos tiempos los niños convivían desde sus primeros años con la muerte, una realidad que no se les ocultaba y que aprendían a asumir con naturalidad en la mejor escuela de aprendizaje la vida que les rodeaba.
Podría deciros que la he leído en blanco y negro, influida lógicamente por esa portada. Me imaginaba a esas mujeres en ese pueblo, cercano a Bilbao, en su día a día, yendo a misa, paseando, lavando en el lavadero, tendiendo la ropa, cuidando de los pequeños, todo en blanco y negro; esos años 30, durante la guerra, en los años 40, también en blanco y negro; esa necesidad que obligaba a emigrar, a ir a la ciudad a servir, a casarse de nuevo para cuidar de una casa, y todo en blanco y negro.

Y, de pronto, cuando más cómoda me encontraba leyendo, me sorprendió el texto con una pena enorme al ser consciente de que iba a tener que dejar ir a los personajes, esos con los que llevaba ya muchos años, acompañándoles durante su vida, y, al final,  comprendiéndoles. 

En resumen, es una gran historia, triste, porque la vida es triste, que habla de lealtad, de decisiones, de consecuencia y de luchas; habla, sobre todo, de maternidad y de mujeres; habla de una vida, consiguiendo transmitir la fragilidad de la misma y su temporalidad, y, en cierta manera, su carácter cíclico
-Guapo, guapo, no es, pero si a ti te gusta... - dijo Mila.-¿Y para qué quiero yo un hombre guapo, si puede saberse?-La verdad, los feos tienen sus ventajas. las otras mujeres no les miran, y tú siempre parecerás, a su lado, el doble de guapa.
Quizá, ese sentimiento vital es el que hace que para un lector empático (como yo) acabe implicando una pequeña losa terminarla, ya que, tras llevar varios días leyendo sobre Lucía, Elvira y Renata, les tienes que decir adiós, y eso dueleLucía, Elvira y Renata os echaré de menos; a ti, Lucía, por tu determinación, tu capacidad y tu necesidad, a ti, Elvira, por tu orgullo, tu inteligencia y tu fragilidad, y a ti, Renata, por cómo consigues recuperarte y avanzar.

Por cierto, maravilloso ese pequeño guiño a Casablanca. Espero que sea realmente un guiño a esa película; a mí me la ha recordado, aportando el toque romántico (en su concepto más amplio) a la historia.

(He anotado muchísimas frases y no me gustaría dejar de compartirlas con vosotros)
Antes había más ruido de voces. En septiembre ya se habían habituado a pronunciar las palabras justas. Antes estaban todos. Ahora faltaban algunos. En Ibaya empezó a hablarse del antes y del ahora. La línea divisoria era la maldita guerra.
Lucía pensó: "pero vosotros habéis ganado la maldita guerra y nosotros seguiremos pasándolo mal". Sin embargo, se guardó las palabras en un baúl de frases no pronunciadas que acabaría llenando durante los largos años de dictadura. Para entonces Lucía ya había comprendido que en el futuro el silencio iba a ser un valor seguro.
Sobrevivir significaba callar, porque aquello que se calla deja de tener consistencia y al final se diluye.
En aquellos tiempos los males de la tristeza no se arreglaban con la psiquiatría, al menos no entre las clases humildes, y la depresión que sufrió Renata y que duró dos largos años la trataron sus padres a base de caldos calientes, tisanas de albahaca, toronjil y manzanilla, chocolate en el desayuno y colonia de lavanda en la ropa de cama. Aderezado todo ello con mucha paciencia.
Mientras los políticos debatían y discutían airadamente, mientras los falangistas y anarquistas sacaban sus balas y explosivos, las familias trabajadoras continuaban con sus quehaceres. La vida no podían pararse. 
Esa era la forma de Vizcaya, un triángulo formado por el hábitat rural, el desafiante mundo de la industria y la minería y el opaco espacio de los ricos y pooderosos. No se traba de un triángulo equilátero desde ningún punto de vista. Una selecta minoría pertenecía a la clase pudiente, mientras la población trabajadora crecía a pasos agigantados. Paradójicamente, las ventajas de los primeros parecían infinitas. El resto, la gran mayoría, vivía constreñida en sus derechos y oportunidades




Comentarios

  1. Este libro no es para mi, lo voy a dejar pasar.

    Saludos

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  2. Parece ser que esta lectura es una gran historia, muy realista y humana que cala hondo. No la conocía, la verdad, y no me importaría leerla.

    Saludos.

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    Respuestas
    1. Yo ya la he leído y me parece una gran novela, que engancha desde la primera página. Además de coincidir con la crítica que aparece más arriba, considero que la autora relata con minuciosidad aspectos cotidianos de una época histórica que describe con un acierto admirable. Al disfrutar el texto se percibe que detrás hay, no solo mucho estudio e investigación sobre la misma, sino una sensibilidad especial hacia las personas que la habitaron, su día a día, especialmente el de las mujeres. Y el hilo conductor que novela la parte histórica hace que sea difícil abandonar la lectura. Enhorabuena a la autora, de quien por cierto también tuve el placer de leer su novela anterior, Khalil, que aunque totalmente diferente, es también una historia con enorme sensibilidad y de lectura muy recomendable.

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  3. Esta lectura, a pesar de lo bien que la has reseñado no es del todo para mí, desde luego no para mi yo actual. Sin embargo se a quién podría gustarle y te doy las gracias por el descubrimiento.

    Un beso

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  4. No es lo que suelo leer, pero no pinta nada mal, buen post guapa

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  5. Me gustan este tipo de lectura, lástima que ande tan mal de tiempo últimamente. Besos.

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  6. Me gusta lo que nos cuentas de esta novela. las novelas ambientadas en la La Guerra Civil Española me atraen mucho porque siempre descubro en cada una de ellas matices que me hacen formarme una idea de lo mucho que sufrió la población en este sintentido que fue este triste período de nuestra historia reciente. Besos.

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  7. En líneas generales me gustó esta novela, aunque se me hizo demasiado tediosa al final.

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