No, mamá, no, de Verity Bargate
Número colección: 34
Traducción: Mireia Bofill
Encuadernación: Rústica
ISBN: 97884-90653098
Páginas: 176
«Lo que más me sorprendió cuando me dieron a mi segundo hijo y lo cogí en brazos fue la total ausencia de sentimientos. Ni amor. Ni cólera. Nada»: Jodie y David, su marido, esperaban tener una niña. Ya tienen un hijo, de casi dos años. La desilusión es fuerte, va más allá de una simple depresión posparto: el marido −parco, ajeno y conservador− y las autoridades médicas recomiendan una visita al psiquiatra. Una inesperada llamada de una antigua amiga a la que hace años que no ve pone a Jodie, sin embargo, en el camino de disfrutar de sus dos hijos… por un medio bastante excepcional. No, mamá, no (1978), la primera novela de Verity Bargate, es un extraño y casi amenazante cruce de escenas del Soho londinense de los 70, estudio de carácter y novela de terror. Su heroína, con la que cuidadosa y astutamente consigue la autora que nos identifiquemos, inspira el deseo de apartarla del peligro que sin duda la acecha al mismo tiempo que enturbia −e ilumina− todas nuestras presuposiciones sobre la maternidad. Esta pequeña obra maestra, aparte de ser una narración genial, plantea temas de libertad, género y responsabilidad que siguen apabullantemente vigentes.
De vez en cuando busco alguna lectura que no tengo programada ni que está en mi lista de pendientes; puede venir de alguna compra inesperada o de las novelas que están incluidas en Prime Reading, o cualquier otra suscripción temporal tipo Unlimited o Nubico. Nunca había oído hablar de este libro ni de esta autora, pero solo con leer la sinopsis quedé atrapada en lo que el texto podría ofrecerme, de tal manera que puedo decir que fue la expectativa la que hizo que me decidiera.
Podéis entender, tan solo fijándoos en las palabras que he destacado de la sinopsis que la editorial proporciona, lo especial que es esta historia y el porqué de mi interés.
Jodie es la protagonista y narradora de No, mamá, no. Es una mujer, a finales de los años 70 en el Soho, Londres, que tras su segunda maternidad, se siente decepcionada, sola y apagada, y comienza a ser consciente de las múltiples carencias afectivas que tiene alrededor de su familia y de lo que ella cree que debería ser. A partir de aquí vamos a ir construyendo su realidad, el pasado que tanto ha afectado su persona, y sus deseos más humanos, más censurables, que a veces te acercan a ella y a veces te dan algo de miedo.
Y así ocurrió por primera vez en varias semanas. Me gustaría poder decir que hicimos el amor, pero no quedaba ningún amor por hacer.
Partimos de que Jodie sufre una depresión post-parto que es ignorada por todos, lo que hace que su capacidad de sentir, intuimos ya algo mermada, desaparezca, produciendo en ella una abulia, acrecentada por toda la quietud que le rodea. Cuenta su día a día de una manera tan cansada y tan triste que hasta yo entro en sopor. La presión social que sufre es tal que hace que sea más consciente de sus carencias y de no acercarse a lo que debe ser una buena madre y esposa.
Las amigas duran más que los amantes. Alguien me lo dijo hace mucho tiempo y yo me reí, convencida de que la pasión podría superarlo todo, de qué era la única forma de sobrevivir. Ahora veía que constituía el camino más seguro hacia el aislamiento y el dolor.
La pasión difumina tantas cosas; es preferible vivir o casarse con un amigo que una aprecie: entonces queda algo capaz de mantener la unión. Nosotros no teníamos nada. Ningún respeto mutuo.
Es un texto muy curioso e intrigante. Está escrito en primera persona a modo de confesión personal sin ningún tipo de censura, en el que una mujer se dice a sí misma la repulsión que le produce esa maternidad porque su hijo es un niño no una niña, como ella quería, y por la falta de sentimientos hacia ese niño y hacia su realidad. Además, va contando cómo de repulsivo puede llegar a ser su matrimonio por la indiferencia que se muestran entre ellos. La condescendencia de David es algo que me ha llegado a asfixiar como lectora; con todo el egoísmo y repulsión que muestra hacia la situación, hacia ella y, realmente, hacia todo.
Era desdichada, pero no estaba loca.
Añade a esto que estamos en un momento en el que todo lo que tiene que ver con la maternidad y los sentimientos que genera es tabú, o está falsamente coloreado. Una época en la que se espera de la mujer que gire su vida en torno a unos valores, algo arcaicos a pesar de estar ya en una era moderna. Esto me hace ser más consciente de lo especial y raro que es este libro y en lo que pudo suponer para la autora escribirlo.
Hablábamos como habla a veces la gente la mañana después de regresar de unas vacaciones en que han pasado dos semanas encerrados juntos, se han vaciado mutuamente todo lo que cada uno tenía en la cabeza y, temiendo haber revelado demasiado, se refugian en la relativa seguridad de las trivialidades.
Es un texto tan frío y tan íntimo que te deja sensaciones encontradas por toda la verdad que puede esconder lo que cuenta, toda la tristeza, aunque ella no la siente, y toda la soledad que impregna las páginas a modo de niebla que te avisa de que el camino que va tomando la historia puede llegar a ser muy frío. Estaba leyendo con la duda de si ella era capaz de sentir empatía, de si ella había querido alguna vez o de si ella sufría realmente por lo que le pasaba o solo sabía que debía sufrir.
Éramos tan felices entonces, estábamos tan unidos, que al mirar ahora la foto me parecía estar contemplando una pareja curiosamente familiar pero desconocida.
Me he sentido manejada por la protagonista. En algunos momentos entendía el porqué de lo que sentía, su soledad, su miedo, su búsqueda irracional de la felicidad, tal y como ella pensaba que era, para luego hacer algo que colocaba al personaje tan lejos de mí, tan fuera de mi lógica, que me asustaba. Magníficas subidas y bajadas con el lector.
Era una yonqui, con la opaca vulnerabilidad a flor de piel de esas personas casi duras. En el Soho hay muchísimos yonquis, los veía continuamente, pero nunca me acostumbré a su presencia; aprendí a identificar sus siluetas para cruzar a la otra acera o al menos desviar la mirada cuando los veía acercarse.
Fue toda una sorpresa descubrir que la autora, que solo escribió tres novelas y murió a los cuarenta años de un cáncer, tiene muchísimo que ver con el personaje que nos narra esta historia ya que, igual que ella, pasó algunos años de su infancia en un colegio de monjas interna, su madre falleció muy pronto, tenía una gran carencia de amor, vivía en el Soho, y fue enfermera antes de ser madre. Me surge la pregunta de qué fue lo que le llevó a escribir este relato tan crudo, tan visceral, a veces algo terrorífico. Aunque hable de ella y de lo que piensa, no lo hace de una manera dramática, no te remueve sentimientos, es otro tipo de sensación la que despierta en ti.
Igual que muchas veces es un error volver a un lugar donde una ha sido feliz, a veces incluso hablar de esos tiempos puede ser un error; el negro presente parece todavía más negro por contraste.
Como podréis intuir, es una lectura diferente, que despierta muchas sensaciones distintas según el lector, y que provoca, incluso, repulsión, incomprensión y miedo, aunque también comprensión, aceptación y cercanía. No sé. Tendríais que leerla para entender qué quiero decir.
Por cierto, la tenéis disponible en Prime Reading.
De vez en cuando busco alguna lectura que no tengo programada ni que está en mi lista de pendientes; puede venir de alguna compra inesperada o de las novelas que están incluidas en Prime Reading, o cualquier otra suscripción temporal tipo Unlimited o Nubico. Nunca había oído hablar de este libro ni de esta autora, pero solo con leer la sinopsis quedé atrapada en lo que el texto podría ofrecerme, de tal manera que puedo decir que fue la expectativa la que hizo que me decidiera.
Podéis entender, tan solo fijándoos en las palabras que he destacado de la sinopsis que la editorial proporciona, lo especial que es esta historia y el porqué de mi interés.
Jodie es la protagonista y narradora de No, mamá, no. Es una mujer, a finales de los años 70 en el Soho, Londres, que tras su segunda maternidad, se siente decepcionada, sola y apagada, y comienza a ser consciente de las múltiples carencias afectivas que tiene alrededor de su familia y de lo que ella cree que debería ser. A partir de aquí vamos a ir construyendo su realidad, el pasado que tanto ha afectado su persona, y sus deseos más humanos, más censurables, que a veces te acercan a ella y a veces te dan algo de miedo.
Jodie es la protagonista y narradora de No, mamá, no. Es una mujer, a finales de los años 70 en el Soho, Londres, que tras su segunda maternidad, se siente decepcionada, sola y apagada, y comienza a ser consciente de las múltiples carencias afectivas que tiene alrededor de su familia y de lo que ella cree que debería ser. A partir de aquí vamos a ir construyendo su realidad, el pasado que tanto ha afectado su persona, y sus deseos más humanos, más censurables, que a veces te acercan a ella y a veces te dan algo de miedo.
Y así ocurrió por primera vez en varias semanas. Me gustaría poder decir que hicimos el amor, pero no quedaba ningún amor por hacer.
Partimos de que Jodie sufre una depresión post-parto que es ignorada por todos, lo que hace que su capacidad de sentir, intuimos ya algo mermada, desaparezca, produciendo en ella una abulia, acrecentada por toda la quietud que le rodea. Cuenta su día a día de una manera tan cansada y tan triste que hasta yo entro en sopor. La presión social que sufre es tal que hace que sea más consciente de sus carencias y de no acercarse a lo que debe ser una buena madre y esposa.
Las amigas duran más que los amantes. Alguien me lo dijo hace mucho tiempo y yo me reí, convencida de que la pasión podría superarlo todo, de qué era la única forma de sobrevivir. Ahora veía que constituía el camino más seguro hacia el aislamiento y el dolor.
La pasión difumina tantas cosas; es preferible vivir o casarse con un amigo que una aprecie: entonces queda algo capaz de mantener la unión. Nosotros no teníamos nada. Ningún respeto mutuo.
Es un texto muy curioso e intrigante. Está escrito en primera persona a modo de confesión personal sin ningún tipo de censura, en el que una mujer se dice a sí misma la repulsión que le produce esa maternidad porque su hijo es un niño no una niña, como ella quería, y por la falta de sentimientos hacia ese niño y hacia su realidad. Además, va contando cómo de repulsivo puede llegar a ser su matrimonio por la indiferencia que se muestran entre ellos. La condescendencia de David es algo que me ha llegado a asfixiar como lectora; con todo el egoísmo y repulsión que muestra hacia la situación, hacia ella y, realmente, hacia todo.
Era desdichada, pero no estaba loca.
Añade a esto que estamos en un momento en el que todo lo que tiene que ver con la maternidad y los sentimientos que genera es tabú, o está falsamente coloreado. Una época en la que se espera de la mujer que gire su vida en torno a unos valores, algo arcaicos a pesar de estar ya en una era moderna. Esto me hace ser más consciente de lo especial y raro que es este libro y en lo que pudo suponer para la autora escribirlo.
Hablábamos como habla a veces la gente la mañana después de regresar de unas vacaciones en que han pasado dos semanas encerrados juntos, se han vaciado mutuamente todo lo que cada uno tenía en la cabeza y, temiendo haber revelado demasiado, se refugian en la relativa seguridad de las trivialidades.
Es un texto tan frío y tan íntimo que te deja sensaciones encontradas por toda la verdad que puede esconder lo que cuenta, toda la tristeza, aunque ella no la siente, y toda la soledad que impregna las páginas a modo de niebla que te avisa de que el camino que va tomando la historia puede llegar a ser muy frío. Estaba leyendo con la duda de si ella era capaz de sentir empatía, de si ella había querido alguna vez o de si ella sufría realmente por lo que le pasaba o solo sabía que debía sufrir.
Éramos tan felices entonces, estábamos tan unidos, que al mirar ahora la foto me parecía estar contemplando una pareja curiosamente familiar pero desconocida.
Me he sentido manejada por la protagonista. En algunos momentos entendía el porqué de lo que sentía, su soledad, su miedo, su búsqueda irracional de la felicidad, tal y como ella pensaba que era, para luego hacer algo que colocaba al personaje tan lejos de mí, tan fuera de mi lógica, que me asustaba. Magníficas subidas y bajadas con el lector.
Era una yonqui, con la opaca vulnerabilidad a flor de piel de esas personas casi duras. En el Soho hay muchísimos yonquis, los veía continuamente, pero nunca me acostumbré a su presencia; aprendí a identificar sus siluetas para cruzar a la otra acera o al menos desviar la mirada cuando los veía acercarse.
Fue toda una sorpresa descubrir que la autora, que solo escribió tres novelas y murió a los cuarenta años de un cáncer, tiene muchísimo que ver con el personaje que nos narra esta historia ya que, igual que ella, pasó algunos años de su infancia en un colegio de monjas interna, su madre falleció muy pronto, tenía una gran carencia de amor, vivía en el Soho, y fue enfermera antes de ser madre. Me surge la pregunta de qué fue lo que le llevó a escribir este relato tan crudo, tan visceral, a veces algo terrorífico. Aunque hable de ella y de lo que piensa, no lo hace de una manera dramática, no te remueve sentimientos, es otro tipo de sensación la que despierta en ti.
Igual que muchas veces es un error volver a un lugar donde una ha sido feliz, a veces incluso hablar de esos tiempos puede ser un error; el negro presente parece todavía más negro por contraste.
Como podréis intuir, es una lectura diferente, que despierta muchas sensaciones distintas según el lector, y que provoca, incluso, repulsión, incomprensión y miedo, aunque también comprensión, aceptación y cercanía. No sé. Tendríais que leerla para entender qué quiero decir.
Oye, pues sí que me gustaría leerlo, la verdad es que me suelen gustar estos libros peculiares. A ver si lo encuentro en la feria del libro de Madrid, que aún tengo la visita pendiente. Besos.
ResponderEliminarEspero que este descubrimiento sea para mí. Estaré pendiente por si lo lees.
EliminarBesos
Me interesaría leerlo, cuando tuve a mi segunda hija tuve esa especie de abulia, aunque en mi caso el motivo no fue el mismo que la prota de esta historia... la depre post parto es realmente un tema, a mi me duró su par de años o un poco mas. Una historia interesante que apuntaré. Saludos.
ResponderEliminarEs que la depresión post parto es algo muy serio. Todos hemos oído casos muy extremos.
EliminarEspero que te animes a leerlo y, luego, me lo cuentes, a ver qué tal
Un abrazo
Mira si tengo libros de la colección Rara Avis en la estantería pero este es uno de los que me faltan (aunque sí que lo he regalado). Leyéndote me da la sensación de que es bastante diferente a otros libros de esa colección, pero eso no quita para que me apetezca mucho leerlo igualmente. Este es de los que caerán seguro tarde o temprano.
ResponderEliminar¡Besote!
Pues yo no la conocía como tal, quiero decir. Creo que es el primero que leo de la colección pero no podría asegurarlo, la verdad.
EliminarUn beso (y gracias por pasarte por aquí)
Parece un libro interesante, pero no me termina de llamar, muy buen post Carmen
ResponderEliminarjajajajajaja quizá un día te animes con algunos que se salga de tu zona de confort lectora. Puede que te sorprenda. Un beso
EliminarCreo que es un tema muy interesante para una novela porque la depresión post-parto aún es un estigma... es algo que ninguna mujer le gustaría tener. Tengo Kindle Unlimited así que le echaré un vistazo.
ResponderEliminarMe encantará saber si al final te has animado con él
EliminarUn abrazo
Hola soy nueva por aquí, me quedo con tu permiso y me llevo anotado este libro para leerlo cuando saque un rato. Saludos!
ResponderEliminarHola Jani, bienvenida a este pequeño blog.
EliminarUn abrazo
Uy!!! Estas es de las mías.... una lectura diferente, algo rara, que aúna el concepto de "maternidad" con el de "siniestro"... dos palabras que por lógica no deberían ir juntas, pero aquí se dan de la mano para inquietar al lector.... me gusta, me gusta...
ResponderEliminarBueno, y eso sin contar que es de Rara Avis.... vamos!!!! Me lo llevo sin dudar...
Y sí, yo también me pregunto ¿qué llevaría a la autora a escribir semejante libro? (quizás una propia experiencia personal o algo que vivió de cerca junto a a algunas de sus pacientes, no?)