Todas las horas mueren, de Miriam Beizana Vigo

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El Café de Fontiña se ha convertido en el alma de una villa. Allí, las horas parecen eternizarse. Las tazas están siempre a rebosar, las estanterías plagadas de libros y en la barra lucen siempre unas flores vivas y frescas.

Tras dos décadas, la anciana dueña, Olivia Ochoa, no encuentra motivos suficientes para levantarse y seguir manteniendo la esencia de su Café. Las horas pasadas, como almas perdidas, regresan a su presente y le anuncian que su final no tardará demasiado.

Pero todavía no.

Porque Dorotea llamará a su puerta, como lo hizo Laura, como lo hacen los fantasmas. Y el tic-tac de la escritora deberá seguir sonando, porque sus horas no están resueltas a terminarse.

Sin palabras y con mis sentimientos a flor de piel me ha dejado la lectura de esta corta novela en la que no me ha faltado nada ni tampoco me ha sobrado nada. Contada en diferentes tiempos, saltando de un momento anterior a otro posterior y de nuevo a otro anterior, vamos descubriendo la historia de Olivia y el porqué de su vacío y la historia de las cicatrices de Dorotea. La propia autora la califica de ficción con corte ensayístico, y eso ya rebela mucho sobre la novela y su estructura.

No sé si os ocurre a vosotros pero yo, cuando leo algo que consigue sobrecogerme y superarme, me siento incapaz de expresar todo lo que me gustaría expresar. Humildemente, cualquier cosa que intente poner sobre esta novela desmerecerá a la misma, tanto a la historia como a la prosa de su autora. 

Me he encontrado con una novela intimista, cercana, dura, que nos muestra que la soledad tiene un porqué y compartir esa soledad a veces ayuda con nuestras cicatrices. También nos enseña que en un mundo duro e injusto, hay muchos tipos de amor, y las personas con las que nos encontremos pueden significar el punto de inflexión en nuestras futuras acciones.

Una novela de mujeres y sobre mujeres, sobre el mundo que les rodea y que les hace sufrir. 

Olivia se encuentra en un momento muy delicado de su vida porque ya no puede más. Tras años de sobrevivir, en lugar de vivir, cree que ya es hora de parar. No contaba con la aparición de Dorotea, una mujer-niña tan destrozada que parece incapaz de hacer nada, a pesar del valor de romper con su vacía existencia para intentar seguir adelante.

Laura, Manuel, Tomás, Irene, el Café de Fontiña... todos personajes esenciales de esta novela llena de sentimientos y palabras, donde podemos llegar a ver lo mejor y lo peor de la vida, precisamente porque lo mejor es la relación entre ellas y lo peor es, en cierta manera, lo que llevan a cuestas en su propia existencia.

Sobra decir que yo quisiera ir a ese Café, a ese pueblo, probar un bollo de nata de Manuel y leer cualquier cosa que Olivia me diera para que lea. Como no puedo hacerlo, tendré que "conformarme" con descubrir Marafariña (algo que no pienso tardar en hacer), tal y como hizo Dorotea. 

Tuve la suerte de que me tocara esta novela en un sorteo de un blog hace ya varios meses, porque me ha permitido conocer las palabras de una escritora a la que pienso seguir de cerca y a la que pienso recomendar siempre que pueda, con la seguridad de que su manera de contar una historia trasmite tantos sentimientos como los que despierta en el lector. 

#TodasLasHorasMueren 

#Soledad #Dolor #Amor #Encuentros 

#HuirHastaEncontrarnos 

#Laura #Marafariña #OjaláPudieraExpresar

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