Vida de Guastavino y Guastavino, de Andrés Barba #lecturas2020

Publicada por Anagrama
ISBN 978-84-339-9909-2
EAN 9788433999092
COLECCIÓN Narrativas hispánicas
PUBLICACIÓN 11/11/2020

En 1881, sin hablar una palabra de inglés y con cuarenta mil dólares procedentes de una estafa de valores, el arquitecto valenciano Rafael Guastavino viaja a Nueva York con intención de patentar allí la técnica medieval de la bóveda tabicada. Pero ese accidentado viaje –que culmina en su participación en edificios tan emblemáticos como Grand Central Station, la catedral de Saint John the Divine o el puente de Queensboro– es algo más que la enésima versión del cliché del «sueño americano». Guastavino es la demostración palpable de hasta qué punto una identidad arquitectónica nacional puede nacer de un modo completamente aleatorio e inesperado.

Andrés Barba recupera aquí toda la audacia y libertad narrativa de maestros del género biográfico como Aubrey, De Quincey, Schwob o Borges en una obra de no ficción especulativa acerca de la identidad, las dificultades de la paternidad y, sobre todo, de los difusos límites entre la narración histórica y la mera ficción a la hora de construir nuestros ídolos nacionales.

Sin duda, lo bueno, si breve, dos veces bueno. En esta magnífica lectura se cumple, porque 102 páginas convierten esta historia en un pequeño tesoro, donde, a medida que vamos leyendo, vamos conociendo a Guastavino y a Guastavino (padre e hijo) y su indiscutible huella en la Nueva York actual, al menos en lo que a arquitectura se refiere. 

Qué gran escena dickesiana podría hacerse aquí: padre e hijo en pleno invierno tras la partida de Paulina, en medio de esa ciudad inventada. Qué escena memorable.

Yo no había oído hablar de Guastavino hasta que tuve este libro entre mis manos. Os recomiendo que pongáis el hashtag #guastavino en Instragam, para poder deleitaros con las imágenes de estructuras, de arcos, de cúpulas, a las que hace referencia lo que se ha llamado en Estados Unidos estilo guastavino. Dejando a un lado el valor visual y arquitectónico, en estas páginas vamos a leer el camino que recorrió Rafael Guastavino desde Barcelona, huyendo con alevosía, por así decirlo, hasta Nueva York, llegando como inmigrante y asentando su trabajo allí, no sin antes pasar por ciertas calamidades. También está muy presente su trabajo en ciudades a lo largo de toda la geografía estadounidense, donde llegó a tener doce oficinas por todo el país, con 24 patentes de construcción.

Y es que, si no podemos fiarnos del todo de las palabras de Guastavino, al menos podemos fiarnos de su alegría.

Justo hace cinco minutos, hablaba con una amiga, a la que le he prestado el libro, y me decía, sorprendida, lo desubicada que estaba con el tono utilizado en el texto para contar lo que hace y deshace Rafael Guastavino. En una entrevista escuchada en la radio, el autor hablaba del carácter picaresco de este personaje, que además de «pillo» y «avispado», era capaz de venderle hielo a los esquimales o un sistema revolucionario de construcción de arcos, ya utilizado en Europa siglos antes. 

Por eso vence la arquitectura a la música en el corazón del adolescente Guastavino. Porque el fuego de la música quema, pero el de los edificios enriquecen.

Me ha parecido un texto muy especial, a través del cual el propio autor se dirige directamente al lector, contando la historia de Guastavino padre y Guastavino hijo, a veces inventándosela, como dice él, y otras haciendo referencia a hechos reales. El autor imagina, intuye, y lo cuenta todo de una manera fluida y entretenida, y con mucha implicación por su parte. Este tono que el autor imprime al texto viene en relación con lo que él piensa que era el carácter de Guastavino, con esa manera positiva de verlo todo, de avanzar, de no flaquear ante las adversidades, que las hay, y muy complicadas. 

El libro se disfruta casi como una hoja de ruta marcada para presentar a este personaje, desconocido hasta ahora: nos habla de su vida, de su proeza, de su engaño, de sus ideas, de sus objetivos y de sus consecuciones. Paseas por sus páginas con humor y comodidad, incluso te ríes, o al menos sonríes, y todo sin dejar de sorprenderte por no haber oído hablar antes de este hombre, tan presente en la arquitectura civil de Nueva York, convirtiéndola en una seña de identidad fundamental de la ciudad.

Lo que queremos decir es que Guastavino comprende que vivir es la cuestión fundamental, que es necesario hacer, hacer, hacer, que la carrera no la gana el talento sino los que aún poseen recursos cuando los demás los han perdido, que la propiedad es religión, cosas tan elementales como el agua y que, pese a todo, la gente comprende tarde y algunas personas nunca.

Es un texto no libre de juicio; pero es, también, sin duda, una conversación compartida. En él, se recitan dos vidas, como si fuese una, dejando ver a un Guastavino (Rafael) y a otro Guastavino (Rafael Jr.). No idealiza pero sí inventa, a la vez que nos habla de la realidad que conoce de ambos personajes. Para mí, esto es el gran valor de este libro, esa forma, a veces cómica, a veces realista, a veces crítica, con la que el autor comparte con nosotros quiénes fueron Guastavino y su hijo, y cuál es el legado que dejaron.

Aunque para creer por completo ese relato tal vez el narrador tendría que abandonar un poco el despecho y el lector el escepticismo.

El hecho de que, de vez en cuando, utilice el autor la primera persona del plural hace que se mimetice con el lector, entendiendo así las dudas, carencias y argumentos que este podría tener ante el texto. Guastavino y Guastavino son dos personajes que acabaron, en cierta manera, unificándose en uno solo, ya que la «marca» superó a la persona.

Me ha parecido una lectura atrevida, divertida, corta, sencilla y narrativamente muy enriquecedora, que con pocas palabras me ha traslado a ese viaje de finales del XIX, a las penurias de una ciudad que engullía a los miles de inmigrantes que a ella acudían, mostrándome ese «sueño» que, en este caso, sí se consigue.

No sabemos nada y la historia es mentira y el amor no existe, pero a veces basta el miedo, el miedo como el hilo dorado de una fábula, para recuperar todas las habilidades perdidas; la verdad, la ciencia, el amor. Por cada gesto bajo sospecha, el miedo engendra una constelación de ciudades posibles. Dadle miedo a alguien capaz de construirlas y tendréis el mundo.

Al final, he terminado este relato convencida de que me han contado una verdad desde la mentira, o una mentira desde la verdad, lo que forma parte de la maravilla de la literaturaGuastavino y Guastavino existieron, llegaron, lucharon, pelearon, crearon e hicieron mucho más de lo que este texto expone, pero hay que suponer que la finalidad del mismo era esbozar, porque a veces con eso es más que suficiente para conocer. 




Comentarios

  1. Tengo que admitir que no conocía a Guastavino, ni al padre ni al hijo... Pero me has dejado con muchas ganas de leer este libro.
    Besotes!!!

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  2. Pues no conocia este libro. Me alegro que te haya gustado pero lo voy a dejar pasar.

    Saludos

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  3. No me llama mucho, pero buen post y comparto, besos guapetona

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