El sueco, de Gábor Schein


COLECCIÓN: Narrativa del Acantilado, 316
TEMAS: Narrativa y Novela
AUTOR: Gábor Schein
TRADUCTOR: Adan Kovacsics
ISBN: 978-84-17346-51-5
EDICIÓN: 1ª
ENCUADERNACIÓN: Rústica cosida
FORMATO: 13 x 21 cm
PÁGINAS: 256

Han pasado cuarenta y siete años desde que el señor Grönewald viajó a un campo de refugiados en Austria y adoptó a Ervin, un niño húngaro de seis años que hizo realidad su deseo y el de su mujer, Teresa, de crear una familia. Los primeros años de vida de Ervin han sido siempre para él y para sus padres adoptivos un misterio y un tema prohibido. Pero el silencio se ha ido volviendo cada vez más opresivo y ha dado paso a una necesidad vital: entender las circunstancias del pasado. Gábor Schein explora con inmensa sensibilidad y gran destreza narrativa los avatares de la identidad personal y el intrincado laberinto de los afectos.

Sinceramente, no sé muy bien cómo afrontar la opinión de este libro. No ha sido lo que yo esperaba que fuese pero eso no significa que lo que he descubierto leyendo El sueco no me haya gustado o no haya dejado huella en mí. 

Es verdad que creía que me iba a enfrentar a un texto de recuerdos sobre un niño comprado en un campo de refugiados, que por el motivo que fuese, y que acabaríamos descubriendo, fue vendido a un matrimonio que le dio una opción en la vida y un futuro, gracias al que es capaz de buscar su pasado, apoyando la lectura en el momento histórico convulso en el que se desarrolla ese abandono. Si buscáis algo así, ya os digo que El sueco no es el libro que debéis leer.
Si quiere reconstruir lo ocurrido, habrá que suponer que Teresa y el señor Grönewald hicieron todo lo posible por tener un hijo. Ni por un instante pudo su matrimonio calificarse de feliz, si se considera la felicidad de la pareja un estado en que dos personas tan cercanas la una a la otra, al mirar atrás y adelante, al contemplar su pasado y sus expectativas comunes, vuelven a decir sí a todo lo bueno y lo malo que les ha dado la vida, así como a lo que aún les promete. Tal vez no todo el mundo sea capaz de semejante paz interior.
Novela coral porque cada personaje tiene su propia parcela, bien esa como ejecutor de la acción, como recuerdo, a través de informes o como acompañante. Hay personajes importantes que solo están presentes en boca de otros y eso se consigue con talento narrativo

Es una novela íntima porque nos adentramos en el porqué de casi una vida, en las relaciones personales, en los sentimientos y, como bien indica la contraportada, en los afectos y en la identidad personal.

No ha sido fácil leerlo, lo reconozco. Hasta que he encajado todo, hasta que he entendido y hasta que me he reconciliado, en cierta manera, con los personajes, no me había alegrado de elegir este libro entre todos los de Masa crítica de Babelio. Ahora sí, porque me parece que el autor ha sabido hacer suyas las palabras para llevarme por este viaje al interior de un viejo funcionario cuya vida le pesa y que intentó llenar sus carencias con historias, reales o inventadas, de objetos; al interior de un hombre que fue un niño adoptado aunque no sabía que lo era, pero siente que no encaja; al de una psiquiatra húngara que ha estado más sola de lo que ella creía; el de la mujer de él y el de la mujer de el otro él. 
¿Qué hacía en medio del decorado de una vida cuya desaparición había deseado siempre, desde que tenía uso de razón? ¿Qué hacía en esa vivienda en la que, mientras residió allí,sus frases y acciones válidas y sinceras únicamente podían ser las frases aquí de acciones del rechazo de la destrucción? ¿qué hacía yo un día después de la muerte de su padre cuando todavía concluido tal como deseaba?
¿Qué se puede sacar en claro del recuerdo de una vida? 

El texto utiliza mucho el simbolismo como recurso narrativo.

Pesimismo a lo largo de todo el texto; no hay felicidad; sí hay engaño, pesadez, abandono, soledad, carencias, impotencia y luego están las decisiones que se toman en la vida y nos lleva hasta donde estamos. Una de las partes más interesantes para mí ha sido esa manera de nombrar temas muy relacionados con la naturaleza humana, y que tienen relación directa con cualquiera de nosotros, como son la maternidad o la infertilidad, como puede ser la proyección de un deseo, o el futuro y el pasado, y la locura, real o no, que tan distinta puede ser según el lugar en el que vivas, y la época, y todo desde una perspectiva muy íntima.
Al contemplar los nombres escritos con letras blancas y doradas, no obstante, el espanto se disipó rápidamente, y el señor Grönewald pensó que los cementerios eran, en realidad, las mejores bibliotecas, llenas de libros no escritos. Como si de una biblioteca solo hubieran quedado las fichas del catálogo o incluso solamente la portada de los libros, nada más. Cada nombre que aparece en la portada remitida una historia, pero esas historias nadie nunca las escribiría. Serían señales del olvido, y tal vez fuera mejor que cada vida fue acogida por el olvido, porque las vidas son indefensas y nada puede impedir que las caras que las examinan con curiosidad dibujen con el tiempo muecas aterradoras.
El narrador no juzga pero tú como lector sí que lo haces. Salvando las distancias con los personajes, temporales y culturales, hay una base común con ellos. Da la sensación de que gran parte de esta historia viene por la herencia de la II Guerra Mundial que marcó la vida de millones de personas y el comunismo del Este de Europa. No penséis que es un texto político, es más bien íntimo, anímico, y difícil, a veces, porque me ha obligado a leerlo hasta el final para entender la composición completa. Os confieso que los dos primeros capítulos me tuvieron muy perdida, muy desconcertada. No llegaba a entender qué quería el señor Grönewald de la doctora, por qué había contactado con ella, toda la historia de la doctora, el matrimonio de Erwin, su vida, sus carencias, Teresa, la mesa, los objetos que guarda el señor Grönewald, la madre de Erwin... pero al final creo que todo encajó porque me puse del lado de ellos, de los personajes, porque la vida es así, porque nos equivocamos, porque influimos en los demás, como somos pesimistas muchas veces, porque buscamos el sentido.
¡Habría que saber olvidar! Habría que quemar los recuerdos del mal. Habría que quemarlos en todos nosotros. Si no logramos perdonarnos esos recuerdos, la condena se cumple: nos vuelven enfermos y malvados, no nos dejan ser buenos.
Necesito contaros que hay un capítulo que está formado por una carta que para mí es la parte más importante de todo el libro: es una carta escrita por alguien a alguien en la que hay anotaciones de una tercera persona; es tan explicativa y da tanto sentido a muchas cosas que gracias a ella me ha gustado esta historia; así de simple. Hasta entonces esos retales de cada personajes sin entender la conexión que justificase la historia no conseguían que me metiera en la lectura pero al llegar hasta aquí, mi percepción cambia. 

A veces es importante llegar hasta el final de un libro para que todo cobre sentido. Ahí lo dejo xD


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Comentarios

  1. Una reseña un tanto misteriosa, pero te entiendo, hay libros que si no lees hasta el final no te gusta... pese a que parece ser que al final te ha parecido interesante, no sé si ahora mismo tendría ganas de leerlo, De todas formas tomo nota del título, por si acaso.

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