Yo soy Malala, de Malala Yousafzai y Patricia McCormick


Autor/a : Malala Yousafzai, Patricia McCormick
Traductor/a : Jordi Cussà Balaguer, Anna Camps
Colección Libros Singulares (LS)
Código 3432723
I.S.B.N. 978-84-206-9332-3
Publicación 23/10/2014

Páginas 272

PREMIO NOBEL DE LA PAZ 2014. Malala Yousafzai sólo tenía diez años cuando los talibanes se apoderaron de su región. Decían que la música era pecado. Decían que las mujeres no debían ir al mercado. Decían que las niñas no debían ir al colegio.
Malala creció en una pacífica región de Pakistán transformada por el terrorismo. Aprendió a defender sus convicciones y luchó por su derecho a la educación. El 9 de octubre de 2012 estuvo a punto de perder la vida por la causa: le dispararon a quemarropa en el autobús cuando volvía a casa del colegio.
Nadie creía que fuera a sobrevivir.
Se ha convertido en un símbolo internacional de la protesta pacífica y es la nominada más joven de la historia para el Premio Nobel de la Paz. En esta nueva edición de sus memorias, que incluye numerosas fotos y otros materiales, escuchamos de primera mano la extraordinaria historia de una niña que, desde muy pequeña, sabía que quería cambiar el mundo... y lo hizo.
La poderosa historia de Malala nos abre los ojos a otro mundo y nos impulsa a creer en la esperanza, la verdad, los milagros y la posibilidad de que una persona -una persona muy joven- puede inspirar el cambio en su comunidad y más allá.

Supongo que me animé por fin a leer esta novela, que había comprado en una oferta en octubre de 2019, influida por la lectura de otro gran héroe pakistaní, Iqbal Mashib. Tenía ganas de acercarme a la figura de esta niña, que ya no lo es, que rezuma valentía y determinación. Os recomiendo que le echéis un vistazo a algunos de sus entrevistas o sus discursos. La presencia que tiene cuando habla es insuperable. Es tranquila, firme, bondadosa, risueña y muy clara.

Soy Malala, una niña como cualquier otra… aunque tengo algunos talentos especiales.

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Se refirió a un proverbio de una historia que su padre solía contarle: «De niño, un niño es un niño, incluso si es un profeta». 

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Creo que hay algo bueno por cada maldad, que cada vez que aparece una persona mala, Dios envía a una buena. 

Dejando a un lado la historia en sí, y la verdad de todo lo que narra, que atesora una realidad más cercana en el tiempo de lo que me gusta pensar, es importante valorar el texto como medio divulgativo e, incluso, formativo. Adentrarse en el mundo de una Malala niña, en su día a día, en sus ilusiones y motivaciones, y en todo lo que la llevó hasta ser víctima de un atentado, ha sido toda una experiencia de la que he obtenido beneficios, sin duda. Quizá el carácter a veces periodístico de los capítulos se aleja de la belleza de un texto más literario, pero no era ese el objetivo de mi lectura.

Vivir confinada bajo los velos me parecía tan injusto… y tan incómodo. Desde muy pequeña siempre decía a mis padres que, hicieran lo que hicieran las demás niñas, yo nunca me cubriría la cara así. Mi cara era mi identidad. Mi madre, que es muy devota y tradicional, estaba escandalizada. Nuestros parientes pensaban que era muy atrevida. (Algunos decían que insensata.) Pero mi padre decía que yo podía hacer lo que quisiera. «Malala será libre como un pájaro», decía a todos.

El término «talibán» es ya un habitual de nuestra realidad desde hace ya muchos años. Quien más, quien menos conoce lo que implica y directamente lo relacionamos con la falta de derechos fundamentales, con una interpretación sesgada y radical de la religión y con la represión. A través de los capítulos de este libro, descubrimos qué significó para Malala, una niña cuya ilusión era seguir estudiando y aprendiendo, la radicalización del discurso religioso en su región de Pakistán (Mingora). El libro nos muestra a una chica pashto normal que encontró su fuerza interior en la determinación de sus convicciones

Cuando nace un niño en Pakistán, se celebra por todo lo alto. Se hacen disparos al aire. Se dejan regalos en la cuna del bebé. Y el nombre del niño se inscribe en el árbol genealógico. Pero cuando nace una niña, nadie visita a los padres, y las mujeres sólo muestran simpatía hacia la madre. (...)
Mi padre no hizo caso de esas costumbres. He visto mi nombre —en brillante tinta azul— entre los nombres masculinos de nuestro árbol genealógico. El mío fue el primer nombre femenino en trescientos años.

Yo soy Malala son unas memorias, narradas por ella misma, donde podemos descubrir el cómo del cambio en su realidad; no tanto el porqué, porque no hay justificación moral ni ética para ello, así que prefiero no pensar que hay un porqué. Estructurada en partes, la autora nos va explicando qué camino siguieron los acontecimientos para acabar como acabaron, con ella al borde la muerte.

—Primera parte: Antes de los talibanes
—Segunda parte: Una sombra sobre nuestro valle
—Tercera parte: Encuentro mi voz
—Cuarta parte: En el punto de mira
—Quinta parte: Una nueva vida lejos de casa
Epílogo: Una niña entre otras muchas

Sin duda, yo, de todas las partes, me quedo con la primera, en la que habla de su mundo antes del cambio, de sus ilusiones, de sus sueños, de su vida (añorada mucho después), y con el epílogo. Os recomiendo que escuchéis su discurso ante las Naciones Unidas. No le sobra ni una palabra. (AQUÍ tenéis un enlace de muchos, con subtítulos en español)

Yo había crecido oyendo la palabra terrorismo, pero nunca había entendido realmente qué significaba. Hasta ese momento. El terrorismo es diferente de la guerra, donde los soldados se enfrentan en la batalla. Terrorismo es sentir el miedo a tu alrededor. Es irte a dormir por la noche sin saber qué horrores traerá el día siguiente. Es abrazarte a tu familia en la habitación central de la casa porque habéis decidido que es el lugar más seguro. Es caminar por tu propia calle sin saber en quién puedes confiar. Terrorismo es el miedo de que cuando tu padre sale de casa por la mañana no regrese por la noche.

Un lenguaje muy coloquial, muy directo y nada descriptivo; a veces se acerca a realismo intimista porque nos coloca en la zona más privada de una familia: su hogar, sus conversaciones y sus miedos. Capítulos cortos, lo que facilita su lectura. Te proporciona una visión global, a la vez que personal y, lógicamente, sesgada (sin tomar esto como algo peyorativo), de toda su historia, desde esa niña de 10 años que se encontró un día con que la radicalización de los preceptos talibanes prohibían su educación y su estilo de vida, hasta esa nueva vida lejos de su hogar. Es un tipo de lectura menos literaria que te acerca al testimonio, maravilloso y sincero, de la propia Malala.

Entonces pensé: Si golpeas a un talibán con un zapato, no habrá ninguna diferencia entre él y tú. No debes tratar a los demás con crueldad. Debes combatirlos con la paz y el diálogo.

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Me parece que el mundo entero es como una familia. Cuando uno de nosotros sufre, todos debemos acudir y ayudar. Porque cuando la gente dice que me apoya, en realidad está diciendo que apoya la educación de las niñas. 

Por todo esto, ha sido una lectura enriquecedora, que me ha mostrado la realidad social que envolvió, y cambió, la vida de miles de niños; me ha enseñado cómo las palabras son determinantes, tanto para bien como para mal, y me ha recordado que el mundo necesita gente que no se calle, que hable alto y claro, y que la educación es un derecho fundamental de todos.





Comentarios

  1. Me parece una lectura muy interesante con la que descubrir muchas cosas sobre una cultura y vida que apenas conocemos en realidad no conocía este libro pero has tentado mi curiosidad

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  2. Una lectura para reflexionar, para aprender... Tengo que leerla.
    Besotes!!!

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  3. Hola, pues me ha parecido una historia de lo mas interesante, como dices de esas que te hacen reflexionar y te enriquecen, me la llevo anotada! y me quedo por tu blog! besos

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