Mi madre, de Yasushi Inoue #marzoasiático
Mi madre, de Yasushi Inoue
ISBN: 9788417517458Precio: € 18.90 EURTraducción: Marina BornasAño de publicación: 202Edición: 1ªFormato: RústicaGénero: Novela autobiográficaPáginas: 164Tamaño: 15 x 23 cm
Narración delicada y conmovedora de los últimos años en la vida de una mujer que zozobra en la senilidad, Mi madre es probablemente la obra más bella, emotiva y personal de uno de los autores clave de las letras japonesas del siglo XX, candidato al Premio Nobel de Literatura. En unas páginas autobiográficas inolvidables, Inoue plasma con sobrio lirismo el imparable proceso que lleva a su madre a desvanecerse en vida, a fallecer de mil pequeñas maneras antes de cruzar los umbrales definitivos de la desaparición.
Ésta es, a fin de cuentas, una historia tan vieja como el mundo, una prueba por la que casi todo ser humano ha de pasar: ser testigo de la muerte de aquellos que le dieron la vida, y antes, padecer el trance de ver cómo la edad convierte a los progenitores en niños indefensos en brazos de sus propios hijos, de pronto devenidos padres, cuidadores. Inoue trata el tema con gran sutileza, deja espacio y tiempo a los hechos, los detalles, los pequeños momentos, que brillan aquí y allá a lo largo de ese declive, otorgándoles una humilde solemnidad. Más allá de las sombras que se proyectan en él, Mi madre es, en realidad, un libro lleno de amor que se erige, en última instancia, en un canto imperecedero a nuestra finitud, a nuestra fragilidad y a la eterna e ineludible figura de la madre.
Llevo varios días dándole vueltas a lo que quería escribir sobre esta lectura (de hecho, lo terminé hace ya varias semanas), íntima, sincera y maravillosa, sin llegar a una conclusión acertada; no tanto porque no sea capaz de contar lo que he leído, que lo soy, sino porque tengo miedo a hacer mío lo que otros ya han escrito sobre ella por coincidir en apreciaciones. El caso es que en este artículo de Manuel Hidalgo está perfectamente descrito lo que Yasushi Inoue escribió sobre los últimos nueve años de la vida de su madre y de cómo lo vivieron ellos, y, claro, a mí me cuesta no hablar de lo mismo.
Mi madre se publicó en 1975 y fue escrito en distintos momentos, algo que sinceramente se nota al leerlo, supongo que a modo de desahogo o de memorias, o solo por la necesidad del escritor de hablar de su padre y, lógicamente, de su madre. Yasushi Inoue, escritor y periodista japonés, plasma en tres partes muy diferentes las etapas de los últimos años de su madre, ya senil, y de su relación con sus hijos y con la familia. Él las titula: Bajo los cerezos en flor, Claro de luna y El rostro de la nieve.
No sé lo que me esperaba de este libro; creo que más poesía o lirismo. A veces se me olvida que la literatura oriental transmite cierta parquedad en su narración, aunque no por ello las palabras impliquen menos. Aun así, mientras leía, he tenido la sensación de que compartía con el autor algo muy especial; me dejaba entrar en la parte íntima de su vida, de su familia, y ser testigo de cómo el deterioro de la lucidez de su madre iba encajando perfectamente en la realidad de él y, sobre todo, de sus hermanas.
ISBN: 9788417517458
Narración delicada y conmovedora de los últimos años en la vida de una mujer que zozobra en la senilidad, Mi madre es probablemente la obra más bella, emotiva y personal de uno de los autores clave de las letras japonesas del siglo XX, candidato al Premio Nobel de Literatura. En unas páginas autobiográficas inolvidables, Inoue plasma con sobrio lirismo el imparable proceso que lleva a su madre a desvanecerse en vida, a fallecer de mil pequeñas maneras antes de cruzar los umbrales definitivos de la desaparición.
Ésta es, a fin de cuentas, una historia tan vieja como el mundo, una prueba por la que casi todo ser humano ha de pasar: ser testigo de la muerte de aquellos que le dieron la vida, y antes, padecer el trance de ver cómo la edad convierte a los progenitores en niños indefensos en brazos de sus propios hijos, de pronto devenidos padres, cuidadores. Inoue trata el tema con gran sutileza, deja espacio y tiempo a los hechos, los detalles, los pequeños momentos, que brillan aquí y allá a lo largo de ese declive, otorgándoles una humilde solemnidad. Más allá de las sombras que se proyectan en él, Mi madre es, en realidad, un libro lleno de amor que se erige, en última instancia, en un canto imperecedero a nuestra finitud, a nuestra fragilidad y a la eterna e ineludible figura de la madre.
Llevo varios días dándole vueltas a lo que quería escribir sobre esta lectura (de hecho, lo terminé hace ya varias semanas), íntima, sincera y maravillosa, sin llegar a una conclusión acertada; no tanto porque no sea capaz de contar lo que he leído, que lo soy, sino porque tengo miedo a hacer mío lo que otros ya han escrito sobre ella por coincidir en apreciaciones. El caso es que en este artículo de Manuel Hidalgo está perfectamente descrito lo que Yasushi Inoue escribió sobre los últimos nueve años de la vida de su madre y de cómo lo vivieron ellos, y, claro, a mí me cuesta no hablar de lo mismo.
Mi madre se publicó en 1975 y fue escrito en distintos momentos, algo que sinceramente se nota al leerlo, supongo que a modo de desahogo o de memorias, o solo por la necesidad del escritor de hablar de su padre y, lógicamente, de su madre. Yasushi Inoue, escritor y periodista japonés, plasma en tres partes muy diferentes las etapas de los últimos años de su madre, ya senil, y de su relación con sus hijos y con la familia. Él las titula: Bajo los cerezos en flor, Claro de luna y El rostro de la nieve.
No sé lo que me esperaba de este libro; creo que más poesía o lirismo. A veces se me olvida que la literatura oriental transmite cierta parquedad en su narración, aunque no por ello las palabras impliquen menos. Aun así, mientras leía, he tenido la sensación de que compartía con el autor algo muy especial; me dejaba entrar en la parte íntima de su vida, de su familia, y ser testigo de cómo el deterioro de la lucidez de su madre iba encajando perfectamente en la realidad de él y, sobre todo, de sus hermanas.
Con la muerta de mi padre también comprendí que una de sus misiones en vida había sido protegerme de la muerte. Mientras él vivía —o quizá precisamente porque vivía—, yo nunca había pensado en mi propia muerte (al menos no de forma consciente, solo como algo que tenía escondido en un rincón del alma). Pero cuando mi padre murió, el conducto que me separaba de la muerte este espejo de repente y quedó completamente abierto, así que me vi obligado a mirar una de las mitades el rostro de la muerte: empecé a pensar que a mí también me llegaría la hora.
Sin duda, un texto muy intimista, muy personal. A veces me parecía que lo que leía era un ensayo sobre la vida, sobre nuestro pasado, sobre nuestros recuerdos, sobre el envejecer y el deterioro; otras veces, el texto se convertía en unas memorias narradas con la suficiente maestría como para que pareciera una historia; y otras, simplemente me han transmitido el dolor de un hijo cuando pierde tanto a su padre como a su madre, es decir, el eslabón superior, convirtiéndose en ellos, en cierta manera. No sé si era así, pero yo he notado tristeza y melancolía en algunos momentos, sobre todo en la tercera parte, en los que Yasushi Inoue rememoraba su relación con ella (ellos).
El autor analiza también ese proceso de degeneración de la demencia de su madre. No se extiende. Tampoco busca remover al lector intensamente. Simplemente, expone. Incluso, aporta cierta ternura a esa vuelta a la niñez de una mujer sin duda testaruda.
Sin duda, un texto muy intimista, muy personal. A veces me parecía que lo que leía era un ensayo sobre la vida, sobre nuestro pasado, sobre nuestros recuerdos, sobre el envejecer y el deterioro; otras veces, el texto se convertía en unas memorias narradas con la suficiente maestría como para que pareciera una historia; y otras, simplemente me han transmitido el dolor de un hijo cuando pierde tanto a su padre como a su madre, es decir, el eslabón superior, convirtiéndose en ellos, en cierta manera. No sé si era así, pero yo he notado tristeza y melancolía en algunos momentos, sobre todo en la tercera parte, en los que Yasushi Inoue rememoraba su relación con ella (ellos).
El autor analiza también ese proceso de degeneración de la demencia de su madre. No se extiende. Tampoco busca remover al lector intensamente. Simplemente, expone. Incluso, aporta cierta ternura a esa vuelta a la niñez de una mujer sin duda testaruda.
Lo cierto es que, ante el ocaso de una vida humana, parece inevitable preguntarse si ha tenido sentido. Y más cierto me parece aún cuando miro a mi madre y me doy cuenta de que me encuentro ante el desenlace de una vida de ochenta años.
¿Qué puedo contar sobre lo que he sacado de Mi madre? El final de una vida, cómo puede terminar así, qué implica en una familia y lo importante que son los recuerdos, o lo poco importantes que son realmente. Me ha gustado la sinceridad de lo que he leído. Me ha gustado esa sequedad. Quizá me ha gustado más porque me ha sorprendido. Yo quería conmoverme y no ha conseguido eso. He disfrutado de la construcción, de cómo alguien puede expresar tanto con tan poco, de los sentimientos transmitidos aparentemente sin pretenderlo.
¿Qué puedo contar sobre lo que he sacado de Mi madre? El final de una vida, cómo puede terminar así, qué implica en una familia y lo importante que son los recuerdos, o lo poco importantes que son realmente. Me ha gustado la sinceridad de lo que he leído. Me ha gustado esa sequedad. Quizá me ha gustado más porque me ha sorprendido. Yo quería conmoverme y no ha conseguido eso. He disfrutado de la construcción, de cómo alguien puede expresar tanto con tan poco, de los sentimientos transmitidos aparentemente sin pretenderlo.
Para tratar con una mujer de ochenta y cuatro años hay a ponerse en la piel de una mujer de ochenta y cuatro años.
Es muy fácil no dejar de pensar en nuestra propia relación con nuestros progenitores, en cómo les percibimos, en qué sabemos de ellos, cómo vemos su vida, su forma de ser, sus decisiones... siempre en relación con nosotros. Hay una frase muy bonita «hay un momento en que tus padres se olvidan de ti», haciendo referencia a la demencia de su madre. Como adulto eres consciente de que tu madre se ha olvidado de ti.
Es muy fácil no dejar de pensar en nuestra propia relación con nuestros progenitores, en cómo les percibimos, en qué sabemos de ellos, cómo vemos su vida, su forma de ser, sus decisiones... siempre en relación con nosotros. Hay una frase muy bonita «hay un momento en que tus padres se olvidan de ti», haciendo referencia a la demencia de su madre. Como adulto eres consciente de que tu madre se ha olvidado de ti.
...Es un poco macabro, pero también es maravilloso. Las personas nacemos, nos casamos, tenemos hijos y morimos; puede que la vida se reduzca a esto.
Hay amor; no expresado con grandes palabras y frases, pero sí transmitido con la contemplación, con la cercanía, con la manera de cuidar, por la manera sencilla de presentar a la familia.
Un texto distinto.
¡Holaaaaaa!
ResponderEliminarUuuuh madre mía, que duro el tema de la demencia y de la pérdida de los padres... pero a la vez, algo universal, que nos pasará a todos.
Es cierto que esperaba lirismo y poesía, pero veo que el texto es más seco de lo que parece. En fin, veo que lo has disfrutado aunque no haya logrado conmoverte tanto como esperabas, me dejas un poco indecisa jajaja
¡besotes!
No lo conocía y me llama muchísimo la atención. Creo que disfrutaría con esta lectura y que me dolería mucho también.
ResponderEliminarBesotes!!!
Este libro no es para mi. Lo voy a dejar pasar.
ResponderEliminarSaludos
Hace tiempo, en una reseña, ya no recuerdo de qué libro, escribí yo algo así como que no nos quedamos huérfanos cuando mueren nuestros padres, sino cuando se convierten en nuestros hijos. Mi padre murió hace casi cuatro años y ya dependía de nosotras, mi hermana y yo, para casi todo. Aunque de cabeza estaba genial, la enfermedad lo tenía muy debilitado. Al morir él, se rebelaron las carencias de mi madre que, aunque no está excesivamente mal, pierde la noción de la realidad cada ciertos meses y es también muy dependiente. No tiene nada diagnosticado más allá de un deterioro cognitivo propio de la edad.
ResponderEliminarNo creo que fuera capaz de leer ahora este libro. Lo tengo todo demasiado presente, demasiado cerca. Pero te agradezco la información. Parece un libro muy a tener en cuenta y yo lo hago para más adelante.
Un beso.
Es más que comprensible que el tema te sea cercano aunque, por otro lado, es posible que encontrases consuelo en una lectura de este tipo por toda la verdad que implica y por cómo está tratado el tema.
EliminarDe todas maneras, gracias por compartir esa parte de tu vida conmigo :)
Un abrazo
Lo que cuentas me gusta porque es una lectura que sale del molde y nos invita a leer algo diferente =)
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