Las manos tan pequeñas, de Marina Sanmartín
Dicen que Tokio es la ciudad más segura del mundo.
Me llamo Olivia Galván y esta es toda la verdad sobre lo que ocurrió.
Para mí, es una historia valientemente escrita, muy adulta, muy madura, bastante completa (y compleja) y narrativamente atrayente, ya que no solo es lo que nos cuenta sino cómo nos lo cuenta. Una buena manera de romper la línea narrativa. No es hasta el final de lo que ella quiere contar cuando eres consciente de todo.
Las manos tan pequeñas es una novela que cuenta una historia que es escrita a modo de confesión rememorando una conversación final mantenida entre la narradora (protagonista y autora) y la persona a la que dirige sus palabras. Metaliteratura porque la narradora es autora del libro que escribe como libro que leemos; son una memorias falsas de un episodio real para ella (personaje) pero que parece ficción.
Porque hay dos mujeres dentro de mí: la que se muestra y la que se oculta, un yo que detesto pero del que no puedo prescindir; una alimaña contenida con una cadena por la mano de César, el único que sabe mantenerme con vida.
Olivia Galbán, autora de novelas negras, y César Andrade, su marido y catedrático de literatura comparada, viajan a Tokio. Allí ocurre «algo» que marcará su vida y que nos permitirá conocer su realidad como pareja y como personas.
Es un texto muy rápido, en donde los pensamientos de Olivia dirigiéndose a Carlos, trabajador de la Embajada española en Japón y lector de sus novelas, en forma de conversación, que suponemos real, se van desencadenando de una manera hasta incluso densa. La historia va fluyendo a modo de recuerdo y, a la vez, se convierte en un proceso literario de creación. Desde el principio, deja muy claro su profesión de escritora y se implica como tal en esta narración, de ahí que el personaje y la propia autora se confundan. Por este motivo me ha resultado mucho más interesante el cómo que el qué, aunque sin dejar de lado la intriga generada a través de las palabras que ella le dirige a él.
Yo quise el sufrimiento porque me proporcionaba placer.
Y permití que creciera sin control.
Imagina una planta trepadora y lo entenderás.
A todo esto le sumas un Tokio urbano, actual, frío, impersonal a veces. No es fácil conseguir transmitir tanto con tan poco, así que, para mí, la autora ha sabido meter a los personajes en ese escenario y darle la presencia suficiente para que tenga fuerza y sentido, además de aportar el ambiente adecuado a lo que nos está contando.
(...) la idea de un Tokio dividido, que luego, conforme fui conociendo la ciudad, se afianzó en mí y recuperé en numerosas ocasiones: la coexistencia de la urbe apocalíptica y monstruosa en su capacidad de doblegar al individuo, con aquellos fantasmagóricos reductos de paz, bolsas de aire acumulado durante siglos en cuevas abisales a priori sin oxígeno.
Sin duda, la excusa es ese crimen, pero la lectura te permite acercarte íntimamente a una confesión de una relación tóxica, tortuosa, tormentosa, consensuada y vejatoria, lo que añade más sorpresa a la lectura.
¿Con qué osadía me estoy adentrando en la descripción de una ciudad desconocida? ¿Y con qué criterio torpe salto al presente? Utilizar el presente en una narración pretérita tiene el efecto de divisar desde la costa, rompiendo la placidez del mar en calma, una aleta de tiburón.
Y no puedo permitir eso.
Los hechos son abominables, así que el relato debe ser ágil, no presentar ningún obstáculo que nos aleje de la trama central. En este caso, de la búsqueda del asesino.
Otra palabra que utilizaría para definir esta lectura sería inquietante. La autora/narradora saca, de una manera muy explícita, la brutalidad que hay en su vida, la delgada línea que separa su deseo y su adicción.
—¿Gracias por qué?
—Porque no me estás haciendo sentir ridícula. Te limitas a estar ahí, escuchándome impasible, como un cura que hubiera aceptado recibir mi confesión.
—Continúa.
Tiene una cantidad impresionante de elementos que me parecen muy interesantes aunque lo de los misterios se me resiste espero retomar algo así pronto =)
ResponderEliminarPues tiene muy pero que muy buena pinta. NO me sonaba de nada así que me la apunto.
ResponderEliminarBesotes!!!
Me has atrapado totalmente con tu reseña. Ya sabes que la literatura japonesa no me atrae en exceso y aunque esta no lo sea, veo que la autora es española, sí que se ambienta en Japón lo que no deja de ser muy similar. También es cierto que procuro romper prejuicios y cada vez que leo algo japonés lo termino disfrutando. Esta novela tiene algo que tú transmites en tu entrada que hace que me apetezca mucho leerla.
ResponderEliminarUn beso.
No me llama mucho `pero muy buen post Carmen
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